Exaltad a Jesús
Obediencia a las leyes físicas y morales, 25 de mayo Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Romanos 12:1. https://ift.tt/OXdzyaQ Deberíamos conservar nuestras fuerzas para trabajar en la causa de Dios cuando se necesite nuestra colaboración. Deberíamos cuidar de no echarnos encima las cargas que otros pueden y deben llevar. Debemos promover una actitud mental alegre, optimista y pacífica; nuestra salud depende de que lo hagamos. El trabajo que Dios requiere de nosotros no nos exime del cuidado de nuestra salud, para que nos repongamos de los efectos de las tareas abrumadoras. Mientras más perfecta sea nuestra salud, más perfecto será nuestro trabajo. Cuando abusamos de nuestras fuerzas y quedamos exhaustos, somos fácil presa de los resfríos, y en esas condiciones es fácil contraer enfermedades más peligrosas. No debemos dejarle a Dios el cuidado de nosotros cuando él ha colocado esa responsabilidad en nuestras manos.—Testimonies for the Church 3:13. Dios creó al hombre un poco menor que los ángeles y lo dotó con atributos que, si se usan debidamente, lo transforman en una bendición para el mundo y le permiten dirigir la gloria hacia el Dador. Pero, aunque el hombre fue hecho a la imagen de Dios, debido a su intemperancia ha violado los principios divinos y la ley de Dios en su naturaleza física. En cualquiera de sus formas, la intemperancia entorpece las funciones de los órganos de percepción y debilita de tal manera la energía nerviosa del cerebro, que no se pueden apreciar las cosas eternas, sino que se colocan al mismo nivel de las comunes. Así, las facultades más elevadas de la mente, creadas con propósitos elevados, son sometidas a la esclavitud de las pasiones bajas. Si nuestros hábitos físicos son incorrectos, no pueden ser fuertes nuestras facultades mentales y morales; porque existe una íntima relación entre lo físico y lo moral. El apóstol Pedro comprendía este asunto y les dio a sus hermanos un mensaje de advertencia: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”. 1 Pedro 2:11. Hay muy poca fuerza moral en el mundo cristiano profeso. Se han practicado hábitos equivocados y se ha hecho caso omiso de las leyes físicas y morales, a tal punto que la norma general de virtud y piedad es extremadamente baja. Los hábitos que rebajan las normas de la salud física también debilitan la fuerza mental y moral. La complacencia de apetitos y pasiones anormales ejerce una influencia esclavizante sobre los nervios del cerebro... Las personas que han recibido la luz sobre el asunto de comer y vestir con sencillez en obediencia a las leyes físicas y morales, pero le dan la espalda a la luz que les señala su deber, también dejarán de cumplir con otros deberes. Si embotan su conciencia para evitar la cruz—la que tendrán que cargar si quieren estar en armonía con la ley natural—, llegarán a violar los Diez Mandamientos con el fin de evitar la crítica... Entre los profesos observadores del sábado hay muchas personas unidas más firmemente con las modas y pasiones mundanas que con cuerpos saludables, mentes cabales y corazones santificados.—Ibid. 50-51.
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Obediencia a las leyes físicas y morales, 25 de mayo Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Romanos 12:1. https://ift.tt/OXdzyaQ Deberíamos conservar nuestras fuerzas para trabajar en la causa de Dios cuando se necesite nuestra colaboración. Deberíamos cuidar de no echarnos encima las cargas que otros pueden y deben llevar. Debemos promover una actitud mental alegre, optimista y pacífica; nuestra salud depende de que lo hagamos. El trabajo que Dios requiere de nosotros no nos exime del cuidado de nuestra salud, para que nos repongamos de los efectos de las tareas abrumadoras. Mientras más perfecta sea nuestra salud, más perfecto será nuestro trabajo. Cuando abusamos de nuestras fuerzas y quedamos exhaustos, somos fácil presa de los resfríos, y en esas condiciones es fácil contraer enfermedades más peligrosas. No debemos dejarle a Dios el cuidado de nosotros cuando él ha colocado esa responsabilidad en nuestras manos.—Testimonies for the Church 3:13. Dios creó al hombre un poco menor que los ángeles y lo dotó con atributos que, si se usan debidamente, lo transforman en una bendición para el mundo y le permiten dirigir la gloria hacia el Dador. Pero, aunque el hombre fue hecho a la imagen de Dios, debido a su intemperancia ha violado los principios divinos y la ley de Dios en su naturaleza física. En cualquiera de sus formas, la intemperancia entorpece las funciones de los órganos de percepción y debilita de tal manera la energía nerviosa del cerebro, que no se pueden apreciar las cosas eternas, sino que se colocan al mismo nivel de las comunes. Así, las facultades más elevadas de la mente, creadas con propósitos elevados, son sometidas a la esclavitud de las pasiones bajas. Si nuestros hábitos físicos son incorrectos, no pueden ser fuertes nuestras facultades mentales y morales; porque existe una íntima relación entre lo físico y lo moral. El apóstol Pedro comprendía este asunto y les dio a sus hermanos un mensaje de advertencia: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”. 1 Pedro 2:11. Hay muy poca fuerza moral en el mundo cristiano profeso. Se han practicado hábitos equivocados y se ha hecho caso omiso de las leyes físicas y morales, a tal punto que la norma general de virtud y piedad es extremadamente baja. Los hábitos que rebajan las normas de la salud física también debilitan la fuerza mental y moral. La complacencia de apetitos y pasiones anormales ejerce una influencia esclavizante sobre los nervios del cerebro... Las personas que han recibido la luz sobre el asunto de comer y vestir con sencillez en obediencia a las leyes físicas y morales, pero le dan la espalda a la luz que les señala su deber, también dejarán de cumplir con otros deberes. Si embotan su conciencia para evitar la cruz—la que tendrán que cargar si quieren estar en armonía con la ley natural—, llegarán a violar los Diez Mandamientos con el fin de evitar la crítica... Entre los profesos observadores del sábado hay muchas personas unidas más firmemente con las modas y pasiones mundanas que con cuerpos saludables, mentes cabales y corazones santificados.—Ibid. 50-51.
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