Cada Día con Dios
El verdadero cristiano, 1 de junio El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Lucas 16:10. https://ift.tt/8P3DN71 El verdadero cristiano es siervo de Cristo. Su obra en favor de Cristo debe ser perfectamente bien hecha. No debe permitir que nada desvíe su mente de su obra. Puede atender como se debe otros asuntos, pero deben ocupar un segundo lugar, pues el servicio de Cristo requiere todo su ser: el corazón, la mente, el alma y la fuerza. El Señor no aceptará un corazón dividido. Espera que hagamos lo mejor. Y nada que se haga fielmente por él será insignificante a su vista... Cada cual debe hacer la obra que Dios le ha asignado. Deberíamos estar dispuestos a prestar pequeños servicios, llevar a cabo las cosas que se deben hacer, que alguien las debe hacer, aprovechando las pequeñas oportunidades. Si éstas fueran las únicas que se nos presentan, aún así debemos trabajar fielmente. Quien desperdicia horas, días y semanas porque no está dispuesto a hacer el trabajo que tiene a mano, por humilde que sea, tendrá que rendir cuenta a Dios por el tiempo mal empleado. Si cree que se puede dar el lujo de no hacer nada, porque no puede conseguir el sueldo que desea, deténgase a pensar que ese día, precisamente ese día, es del Señor. Es siervo del Señor. No debe perder el tiempo de Dios. Piense más bien: “Voy a dedicar este tiempo a hacer algo, y voy a dar todo lo que gane para el progreso de la obra de Dios. No voy a permitir que se me considere haragán”. Cuando alguien ama a Dios por sobre todas las cosas y a su prójimo como a sí mismo, no se va a detener a averiguar si lo que puede hacer le va a proporcionar mucho o poco. Hará el trabajo, y aceptará el sueldo que se le ofrezca. No va a dar el mal ejemplo de rechazar un empleo porque no puede recibir un sueldo tan bueno como a él le parece que debiera recibir. El Señor juzga el carácter de los hombres por los principios que aplican al tratar con sus semejantes. Si en las transacciones comerciales comunes sus principios son deficientes, lo mismo ocurrirá en su servicio espiritual en favor de Dios. Esas hebras están entretejidas en toda su vida religiosa. Si ustedes tienen demasiada dignidad para trabajar para sí mismos por poca paga, entonces trabajen para el Maestro y den sus ganancias para la tesorería del Señor. Den una ofrenda de gratitud a Dios por conservarles la vida. Pero por ningún motivo deben mantenerse ociosos.—Manuscrito 20, del 1 de junio de 1896.
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El verdadero cristiano, 1 de junio El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Lucas 16:10. https://ift.tt/8P3DN71 El verdadero cristiano es siervo de Cristo. Su obra en favor de Cristo debe ser perfectamente bien hecha. No debe permitir que nada desvíe su mente de su obra. Puede atender como se debe otros asuntos, pero deben ocupar un segundo lugar, pues el servicio de Cristo requiere todo su ser: el corazón, la mente, el alma y la fuerza. El Señor no aceptará un corazón dividido. Espera que hagamos lo mejor. Y nada que se haga fielmente por él será insignificante a su vista... Cada cual debe hacer la obra que Dios le ha asignado. Deberíamos estar dispuestos a prestar pequeños servicios, llevar a cabo las cosas que se deben hacer, que alguien las debe hacer, aprovechando las pequeñas oportunidades. Si éstas fueran las únicas que se nos presentan, aún así debemos trabajar fielmente. Quien desperdicia horas, días y semanas porque no está dispuesto a hacer el trabajo que tiene a mano, por humilde que sea, tendrá que rendir cuenta a Dios por el tiempo mal empleado. Si cree que se puede dar el lujo de no hacer nada, porque no puede conseguir el sueldo que desea, deténgase a pensar que ese día, precisamente ese día, es del Señor. Es siervo del Señor. No debe perder el tiempo de Dios. Piense más bien: “Voy a dedicar este tiempo a hacer algo, y voy a dar todo lo que gane para el progreso de la obra de Dios. No voy a permitir que se me considere haragán”. Cuando alguien ama a Dios por sobre todas las cosas y a su prójimo como a sí mismo, no se va a detener a averiguar si lo que puede hacer le va a proporcionar mucho o poco. Hará el trabajo, y aceptará el sueldo que se le ofrezca. No va a dar el mal ejemplo de rechazar un empleo porque no puede recibir un sueldo tan bueno como a él le parece que debiera recibir. El Señor juzga el carácter de los hombres por los principios que aplican al tratar con sus semejantes. Si en las transacciones comerciales comunes sus principios son deficientes, lo mismo ocurrirá en su servicio espiritual en favor de Dios. Esas hebras están entretejidas en toda su vida religiosa. Si ustedes tienen demasiada dignidad para trabajar para sí mismos por poca paga, entonces trabajen para el Maestro y den sus ganancias para la tesorería del Señor. Den una ofrenda de gratitud a Dios por conservarles la vida. Pero por ningún motivo deben mantenerse ociosos.—Manuscrito 20, del 1 de junio de 1896.
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