Exaltad a Jesús
El pastor divino, 7 de julio Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor. Ezequiel 34:23. https://ift.tt/E01264N Jesús halló acceso a la mente de sus oyentes por medio de las cosas con las que estaban familiarizados. Había comparado la influencia del Espíritu al agua fresca, refrigerante. Se había representado por la luz, fuente de vida y alegría para la naturaleza del hombre. Ahora, mediante un hermoso cuadro pastoril, representó su relación con los que creían en él. Ningún cuadro era más familiar que éste para sus oyentes y las palabras de Cristo lo vincularon para siempre con él mismo. Nunca mirarían los discípulos a los pastores que cuidasen sus rebaños sin recordar la lección del Salvador. Verían a Cristo en cada pastor fiel. Se verían a sí mismos en cada rebaño indefenso y dependiente. El profeta Isaías había aplicado esta figura a la misión del Mesías, en las alentadoras palabras: “...Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo cogerá los corderos, y en su seno los llevará”. Isaías 40:9-11. David había cantado: “Jehová es mi pastor; nada me faltará”. Salmos 23:1. El Espíritu Santo había declarado a Ezequiel: “Y despertaré sobre ellas un pastor, y él las apacentará”. “Yo buscaré la perdida, y tornaré la amontada, y ligaré la perniquebrada, y corroboraré la enferma”. “Y estableceré con ellos pacto de paz”. “Y no serán más presa de las gentes,... sino que habitarán seguramente, y no habrá quien espante”. Ezequiel 32:23, 16, 25, 28... Cristo es la puerta del redil de Dios. Por esta puerta todos sus hijos, desde los más remotos tiempos, han hallado entrada. En Jesús, como estaba presentado en los tipos, prefigurado en los símbolos, manifestado en la revelación de los profetas, revelado en las lecciones dadas a sus discípulos, y en los milagros obrados en favor de los hijos de los hombres, ellos han contemplado al “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29), y por él son introducidos en el redil de su gracia. Se han presentado muchos otros objetos de fe en el mundo; se han ideado ceremonias y sistemas por los cuales los hombres esperan recibir justificación y paz para con Dios, y hallar así entrada en su redil. Pero la única puerta es Cristo, y todos los que han interpuesto alguna otra cosa para que ocupe el lugar de Cristo, todos los que han procurado entrar en el redil de alguna otra manera son ladrones y robadores... “El que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es”. Cristo es la puerta y también el pastor. El entra por sí mismo. Es por su propio sacrificio como llega a ser pastor de las ovejas.—El Deseado de Todas las Gentes, 442-444.
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El pastor divino, 7 de julio Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor. Ezequiel 34:23. https://ift.tt/E01264N Jesús halló acceso a la mente de sus oyentes por medio de las cosas con las que estaban familiarizados. Había comparado la influencia del Espíritu al agua fresca, refrigerante. Se había representado por la luz, fuente de vida y alegría para la naturaleza del hombre. Ahora, mediante un hermoso cuadro pastoril, representó su relación con los que creían en él. Ningún cuadro era más familiar que éste para sus oyentes y las palabras de Cristo lo vincularon para siempre con él mismo. Nunca mirarían los discípulos a los pastores que cuidasen sus rebaños sin recordar la lección del Salvador. Verían a Cristo en cada pastor fiel. Se verían a sí mismos en cada rebaño indefenso y dependiente. El profeta Isaías había aplicado esta figura a la misión del Mesías, en las alentadoras palabras: “...Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo cogerá los corderos, y en su seno los llevará”. Isaías 40:9-11. David había cantado: “Jehová es mi pastor; nada me faltará”. Salmos 23:1. El Espíritu Santo había declarado a Ezequiel: “Y despertaré sobre ellas un pastor, y él las apacentará”. “Yo buscaré la perdida, y tornaré la amontada, y ligaré la perniquebrada, y corroboraré la enferma”. “Y estableceré con ellos pacto de paz”. “Y no serán más presa de las gentes,... sino que habitarán seguramente, y no habrá quien espante”. Ezequiel 32:23, 16, 25, 28... Cristo es la puerta del redil de Dios. Por esta puerta todos sus hijos, desde los más remotos tiempos, han hallado entrada. En Jesús, como estaba presentado en los tipos, prefigurado en los símbolos, manifestado en la revelación de los profetas, revelado en las lecciones dadas a sus discípulos, y en los milagros obrados en favor de los hijos de los hombres, ellos han contemplado al “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29), y por él son introducidos en el redil de su gracia. Se han presentado muchos otros objetos de fe en el mundo; se han ideado ceremonias y sistemas por los cuales los hombres esperan recibir justificación y paz para con Dios, y hallar así entrada en su redil. Pero la única puerta es Cristo, y todos los que han interpuesto alguna otra cosa para que ocupe el lugar de Cristo, todos los que han procurado entrar en el redil de alguna otra manera son ladrones y robadores... “El que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es”. Cristo es la puerta y también el pastor. El entra por sí mismo. Es por su propio sacrificio como llega a ser pastor de las ovejas.—El Deseado de Todas las Gentes, 442-444.
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