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Sabbath School


Wednesday, July 31 Rechazo y aceptación Comentarios Elena G.W para las Lecciones de Escuela Sabática https://ift.tt/BKicyFp @seguidores @destacar Las palabras de Jesús a sus oyentes en la sinagoga llegaron a la raíz de su justicia propia, haciéndoles sentir la amarga verdad de que se habían apartado de Dios y habían perdido su derecho a ser su pueblo. Cada palabra cortaba como un cuchillo, mientras Jesús les presentaba su verdadera condición. Ahora despreciaban la fe que al principio les inspirara. No querían admitir que Aquel que había surgido de la pobreza y la humildad fuese otra cosa que un hombre común. Su incredulidad engendró malicia. Satanás los dominó, y con ira clamaron contra el Salvador. Se habían apartado de Aquel cuya misión era sanar y restaurar; y ahora manifestaban los atributos del destructor (El Deseado de todas las gentes, p. 206). El mensaje de los discípulos era el mismo que el de Juan el Bautista y el de Cristo mismo: “El reino de los cielos se ha acercado”. No debían entrar en controversia con la gente acerca de si Jesús de Nazaret era el Mesías; sino que en su nombre debían hacer las mismas obras de misericordia que él había hecho… En su primera jira misionera, los discípulos debían ir solamente a “las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Si entonces hubiesen predicado el evangelio a los gentiles o a los samaritanos, habrían perdido su influencia sobre los judíos. Excitando el prejuicio de los fariseos, se habrían metido en una controversia que los habría desanimado en el mismo comienzo de sus labores. Aun los apóstoles fueron lentos en comprender que el evangelio debía darse a todas las naciones. Mientras ellos mismos no comprendieron esta verdad, no estuvieron preparados para trabajar por los gentiles. Si los judíos querían recibir el evangelio, Dios se proponía hacerlos sus mensajeros a los gentiles. Por lo tanto, eran los primeros que debían oír el mensaje (El Deseado de todas las gentes, pp. 316, 317). El pueblo no estaba dispuesto a aceptar a Jesús, porque los gobernantes no creían en él. Era Jesús varón de dolores, experimentado en quebranto. Los caudillos judíos no podían dejar que los rigiese la vida austera y abnegada de Jesús. Deseaban disfrutar de los honores que el mundo otorga. A pesar de todo, muchos seguían al Hijo de Dios y escuchaban sus enseñanzas, alimentándose con las palabras que tan misericordiosamente fluían de sus labios. Tenían profundo significado, y, sin embargo, eran tan sencillas que los más débiles podían entenderlas. Satanás y sus ángeles cegaron los ojos y ofuscaron la inteligencia de los judíos, excitando a los principales y a los gobernantes del pueblo para que le quitaran la vida al Salvador… Vi que muchos magistrados y ancianos creían en Jesús: pero Satanás les impedía confesarlo, pues temían el oprobio del pueblo más que a Dios. Vi que muchos magistrados y ancianos creían en Jesús: pero Satanás les impedía confesarlo, pues temían el oprobio del pueblo más que a Dios (Primeros escritos, pp. 160, 161).

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