A Fin de Conocerle
El pecado que Dios no puede perdonar, 25 de agosto Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. Mateo 12:31. https://ift.tt/0LzIX1B “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. 1 Juan 1:7. No importa cuán pecadora haya sido una persona, no importa cuál sea su posición, si se arrepiente y cree, y va a Cristo y confía en él como su Salvador personal, puede ser salvada hasta lo sumo. Conozco el peligro, de los que rehúsan andar en la luz que Dios les da. Atraen sobre sí la terrible crisis que significa quedar abandonados a sus propios caminos, a su propio juicio. La conciencia se torna cada vez menos impresionable. La voz de Dios parece más distante, y el que hace el mal es abandonado a su propia infatuación. Resiste tercamente cada invitación, desprecia todo consejo, y se aleja de cada provisión realizada para su salvación. El Espíritu de Dios ya no ejerce un poder restrictivo sobre él, y se promulga la sentencia: “Es dado a ídolos; déjalo”. Oseas 4:17. ¡Cuán oscura, cuán sucia, cuán obstinada es su independencia! Parecería como si la insensibilidad de la muerte estuviera en su corazón. Este es el proceso por el que pasa el alma que rechaza la obra del Espíritu Santo. Nadie necesita considerar el pecado contra el Espíritu Santo como algo misterioso e indefinible. El pecado contra el Espíritu Santo es el pecado de un rechazo persistente a responder a la invitación a arrepentirse. Si rehusáis creer en Jesucristo como vuestro Salvador personal, ... significa que amáis la atmósfera que rodeó al primer gran apóstata. Elegís esa atmósfera antes que la atmósfera que rodea al Padre y al Hijo, y Dios os permite elegir.—The Review and Herald, 29 de junio de 1897. Arrepentios de vuestros pecados, confesadlos a Dios, dejad toda iniquidad, y podréis apropiaros de todas sus promesas. “Mirad a mí, y sed salvos” (Isaías 45:22), es su misericordiosa invitación.—Testimonies for the Church 5:634.
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