Ir al contenido principal

Alza tus Ojos


Alza tus Ojos
Tengan en vista la gloria de Dios, 23 de agosto Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor. Efesios 6:4. https://ift.tt/FNlByot El Señor nos manda cultivar la religión en el hogar, haciendo que el temor de Dios se propague en la familia. Cuando los padres descuidan sus obligaciones para con sus hijos y no los dirigen de acuerdo con los principios correctos, le dan oportunidad al enemigo de obtener control sobre sus vidas. Los hijos a los que se les permite hacer caso omiso de la autoridad paterna nunca son felices. En los primeros años de su vida todos han de prepararse para llegar a ser miembros de la familia real. Padres y jóvenes deberían agradecer al Señor en oración y alabarlo por el privilegio de ser hechos hijos de Dios y ciudadanos de su reino. Abrahán es un noble ejemplo de un fiel padre de familia. El nos dejó un modelo de la obediencia incondicional que todos deberíamos rendir. El que bendice a los justos dijo de Abrahán: “Yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí”. Génesis 18:19. Guardarán el camino del Señor para hacer justicia y juicio. No hablará palabras de hipocresía o engaño. No habrá traición a las obligaciones sagradas. Abrahán guardará la ley de Dios como uno que es responsable ante el Legislador. Cuando trabajemos juntos del modo en que lo hizo Abrahán, con seguridad recibiremos el encomio del Cielo. El fue, de manera notoria, escogido para andar en el camino del Señor, y gobernó su casa con las influencias combinadas de autoridad y afecto. El Santo nos ha dado normas que debemos obedecer, y de las cuales no podemos desviamos sin pecar. Fuimos comprados por precio. La fe y las obras han de hacemos completos en Cristo. Así nos mantendremos en el camino del Señor. Cuando el corazón es manso y humilde, Dios puede impresionar el alma. Su Palabra es nuestra consejera. Obedezcamos sus enseñanzas. En todo nuestro accionar necesitamos mantener en vista la gloria de Dios. Su Palabra es nuestra guía. Difúndase este testimonio como el poder de Dios para salvación a todos los que creen. Hablemos de la fe y andemos por fe. Oh, qué obra la nuestra, qué privilegio, hablar y actuar para fijar la convicción en los corazones y en las conciencias de los hombres. El Espíritu Santo nos guía en esta tarea y logramos éxito cuando tenemos una estricta consideración por el temor de Dios. El es el que escudriña los corazones, y nos alienta a saber que, si rendimos a Dios un servicio inteligente y andamos humildemente en la luz que nos ha otorgado por gracia, no seremos abandonados a trabajar apoyados en la fuerza humana. Cristo vino a este mundo, varón de dolores experimentado en quebranto, para soportar la prueba y familiarizarse con los chascos, de modo que pudiera enseñar a los hombres y las mujeres a ser como Dios.—Carta 242, del 23 de agosto de 1908, dirigida a S. N. Haskell, presidente de la Asociación de California.
¡Visita Alza tus Ojos!

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA IGLESIA ADVENTISTA NO ES BABILONIA... ¡ES LAODICEA!

Conozco la Iglesia Adventista desde mi niñez (7 años) y sé que es la Iglesia Verdadera. Lo he sabido desde que mis papás encontraron en la Biblia la verdad del sábado y buscaron la iglesia que respetara los mandamientos de Dios y encontraron a la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Desde entonces he tenido la convicción de que la Iglesia Adventista es la Iglesia Verdadera, por cuanto es la única que predica la verdad completa y cumple los dos requisitos que ESTÁN ESCRITOS tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento: ANTIGUO TESTAMENTO: “!!A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.”(Isaías 8:20) NUEVO TESTAMENTO “ Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.” (Apocalipsis 14:12) “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesu