Conflicto y Valor
Dios envió su ángel, 6 de septiembre Daniel 6:11-28. https://ift.tt/DxdoBMi Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre. Daniel 6:16. Daniel tenía un cargo elevado. La hueste acusadora de ángeles malos soliviantó la envidia y los celos de los gobernadores y príncipes... Esos agentes de Satanás trataron de hacer de su fidelidad a Dios la causa de su destrucción... El rey no estaba al tanto de la sutil maquinación preparada contra Daniel. Con pleno conocimiento del decreto del rey, Daniel aún se inclina delante de Dios, “abiertas las ventanas”. Considera la oración a Dios de tan gran importancia que preferiría sacrificar su vida antes que abandonarla.—Testimonies for the Church 1:295, 296. Dios no impidió a los enemigos de Daniel que le echasen al foso de los leones. Permitió que hasta allí cumpliesen su propósito los malos ángeles y los hombres impíos; pero lo hizo para recalcar tanto más la liberación de su siervo y para que la derrota de los enemigos de la verdad y de la justicia fuese más completa... Mediante el valor de un solo hombre que prefirió seguir la justicia antes que las conveniencias, Satanás iba a quedar derrotado y el nombre de Dios iba a ser ensalzado y honrado. Temprano por la mañana siguiente, el rey Darío se dirigió apresuradamente al foso, “llamó a voces a Daniel con voz triste; y... dijo... Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?” La voz del profeta contestó: “Oh rey, para siempre vive. El Dios mío envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen mal...”. En el foso de los leones Daniel fue el mismo que cuando actuaba delante del rey como presidente de los ministros de estado y como profeta del Altísimo. Un hombre cuyo corazón se apoya en Dios será en la hora de su prueba el mismo que en la prosperidad, cuando sobre él resplandece la luz y el favor de Dios y de los hombres... El poder que está cerca para librar del mal físico o de la angustia está también cerca para salvar del mal mayor, para hacer posible que el siervo de Dios mantenga su integridad en todas las circunstancias y triunfe por la gracia divina. La Historia de Profetas y Reyes, 399, 400.
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