Cristo vino para impartir la paz a su pueblo, 10 de septiembre “La paz os dejo, mi paz os doy, yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”. Juan 14:27. https://ift.tt/UK8Be7c En el Oriente el saludo acostumbrado que se ofrecía toda vez que se visitaba la casa de un amigo era: “La paz sea en esta casa”, y al salir se pronunciaban las mismas palabras. Pero la despedida de Cristo tuvo un carácter completamente diferente. Hay mucho comprendido dentro de estas palabras. Ellas son de gran importancia y habrán de repetirse hasta las fronteras más remotas de la tierra... Cristo trajo consigo esa paz al mundo. El vino a impartir esa paz a fin de que todo aquel que cree en él pueda poseer la paz que sobrepuja todo entendimiento. Él, el Redentor del mundo, había llevado esa paz a lo largo de su vida terrenal y ahora llegaba el tiempo cuando ofrecería su vida de tal forma que el tesoro de la paz pudiese habitar por la fe en el corazón. El Señor dejó con sus discípulos esa paz y la implanta y sostiene en los corazones de todos los que estén dispuestos a recibirla... Había llegado el tiempo cuando Satanás lanzaría su último intento de vencer a Cristo. Pero Cristo declaró: Él no tiene nada en mí; no abrigo ningún pecado que me ponga bajo su poder. En mí no puede encontrar nada que responda a sus sugerencias satánicas... ¿Por qué este severo conflicto con el príncipe del mundo siendo que Jesús a lo largo de su infancia, juventud y madurez siempre vivió en armonía con la ley de Dios?... Emitiendo una sola palabra Cristo pudo haber dominado los poderes de Satanás... Sin embargo, vino al mundo para soportar cada prueba y provocación que los seres humanos tendrían que soportar, y no por ello ser provocados ni vengarse en palabra, en espíritu o en acción. El Señor habría de ofrecer un sacrificio inmaculado al Padre para su gloria y honor... Los mundos que no habían caído, los ángeles celestiales y la humanidad caída estaban contemplando cada paso del Representante del Padre y, a la vez, Representante de la humanidad perfecta. Y su carácter no tenía defecto alguno... Pronto vendría el último ataque. La gran victoria que habría de lograrse era la unión de su pueblo elegido de tal forma que, aunque Cristo fuera quitado de la tierra al cielo, su iglesia continuara en comunión con él... A veces nuestras pruebas no se presentan en forma aislada, seguidas por un período de paz y de descanso, sino que las tentaciones vienen como una ola arrolladora que destruye todo a su paso. La aflicción no produce cristianos, sino que desarrolla en ellos la mente y la voluntad de Cristo; inculca en ellos los principios de virtud y santidad.—Manuscrito 44, 1897.
"Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar." Habacuc 2:14 "Entonces el dragón...se fue a hacer guerra contra...los que guardan los mandamientos de Dios y tienen...el espíritu de la profecía." Apoc. 12:17; 19:10
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