El Cristo Triunfante
El hijo de Dios fue herido por nosotros, 12 de octubre “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”. 1 Pedro 2:24. https://ift.tt/49wmLWh ¡Cuánto asombro hubo en el cielo ante la recepción que le ofrecieron a su amado Comandante en este mundo! El hecho de que una nación que afirmaba creer en las profecías lo negara y, desconociendo las advertencias y predicciones, cerrara sus ojos a la luz y al cumplimiento de cada especificación de las profecías y fuera tan embaucada por el enemigo que al hacerlo creyera que rendía un servicio a Dios, evidenciaba el grado de engaño. Y cuán asombroso era que el mundo lo rechazara como lo había hecho una nación... Sus manos fueron taladradas por los clavos, sus sagradas sienes recibieron la corona de espinas. Fue herido por Satanás quien instigó a sus agentes para que lo sometieran a un cruel castigo... Nuestra salvación fue conquistada gracias al sufrimiento infinito del Hijo de Dios... Cuando su humanidad padeció Cristo fue herido en el talón y su padecimiento fue mayor que el que sufrieron los seres humanos oprimidos. El Señor se había comprometido a pagar la inmensa deuda que los pecadores tenían con Dios la cual nunca podrían pagar para ser libres de la esclavitud. El cargó con las transgresiones y pesares de todos... Los hombres y las mujeres por los que Cristo dio su vida. ¿pueden tener una idea de los padecimientos del amado Hijo de Dios para poner a su alcance la salvación y para que como hijos e hijas de Adán pudieran regresar al hogar edénico? Cristo vino a ayudar a la familia humana, midiéndose en armas con el príncipe de las tinieblas. Y la batalla entre estos dos grandes generales de los ejércitos se libraba en este mundo... El conflicto era tan severo que él desmayó y casi murió en el campo de batalla, cuando los ángeles del mundo de la luz acudieron hasta donde estaba la víctima real, lo atendieron y revigorizaron con alimentos. El alma de Cristo fue herida en el huerto de Getsemaní y en la cruz... Jesús ascendió a las alturas desde el terreno del conflicto, llevando en su cuerpo las marcas y cicatrices como trofeos de su victoria, que fueron la consecuencia de haber aniquilado el poder del primer rebelde, quien [antes de su rebelión] fuera un principal en gloria, un encumbrado ángel del cielo. Hubo gozo en el cielo y se proclamó a todos los mundos que aquella raza devastada había sido redimida. Las puertas del cielo estaban completamente abiertas para esa raza arrepentida que abandonó su rebelión y volvió a obedecer la ley de Dios... La gran Cabeza de la iglesia dejó su obra a cargo de sus siervos que habrían de llevar adelante su nombre... Los seguidores de Cristo no fueron abandonados en medio del conflicto con Satanás asistidos únicamente por sus fuerzas finitas; el Capitán de nuestra salvación está a la cabeza, aunque permanece invisible para los ojos humanos. Pero el ojo de la fe discierne a su Capitán y obedece su voz.—Manuscrito 75, 1886.
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El hijo de Dios fue herido por nosotros, 12 de octubre “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”. 1 Pedro 2:24. https://ift.tt/49wmLWh ¡Cuánto asombro hubo en el cielo ante la recepción que le ofrecieron a su amado Comandante en este mundo! El hecho de que una nación que afirmaba creer en las profecías lo negara y, desconociendo las advertencias y predicciones, cerrara sus ojos a la luz y al cumplimiento de cada especificación de las profecías y fuera tan embaucada por el enemigo que al hacerlo creyera que rendía un servicio a Dios, evidenciaba el grado de engaño. Y cuán asombroso era que el mundo lo rechazara como lo había hecho una nación... Sus manos fueron taladradas por los clavos, sus sagradas sienes recibieron la corona de espinas. Fue herido por Satanás quien instigó a sus agentes para que lo sometieran a un cruel castigo... Nuestra salvación fue conquistada gracias al sufrimiento infinito del Hijo de Dios... Cuando su humanidad padeció Cristo fue herido en el talón y su padecimiento fue mayor que el que sufrieron los seres humanos oprimidos. El Señor se había comprometido a pagar la inmensa deuda que los pecadores tenían con Dios la cual nunca podrían pagar para ser libres de la esclavitud. El cargó con las transgresiones y pesares de todos... Los hombres y las mujeres por los que Cristo dio su vida. ¿pueden tener una idea de los padecimientos del amado Hijo de Dios para poner a su alcance la salvación y para que como hijos e hijas de Adán pudieran regresar al hogar edénico? Cristo vino a ayudar a la familia humana, midiéndose en armas con el príncipe de las tinieblas. Y la batalla entre estos dos grandes generales de los ejércitos se libraba en este mundo... El conflicto era tan severo que él desmayó y casi murió en el campo de batalla, cuando los ángeles del mundo de la luz acudieron hasta donde estaba la víctima real, lo atendieron y revigorizaron con alimentos. El alma de Cristo fue herida en el huerto de Getsemaní y en la cruz... Jesús ascendió a las alturas desde el terreno del conflicto, llevando en su cuerpo las marcas y cicatrices como trofeos de su victoria, que fueron la consecuencia de haber aniquilado el poder del primer rebelde, quien [antes de su rebelión] fuera un principal en gloria, un encumbrado ángel del cielo. Hubo gozo en el cielo y se proclamó a todos los mundos que aquella raza devastada había sido redimida. Las puertas del cielo estaban completamente abiertas para esa raza arrepentida que abandonó su rebelión y volvió a obedecer la ley de Dios... La gran Cabeza de la iglesia dejó su obra a cargo de sus siervos que habrían de llevar adelante su nombre... Los seguidores de Cristo no fueron abandonados en medio del conflicto con Satanás asistidos únicamente por sus fuerzas finitas; el Capitán de nuestra salvación está a la cabeza, aunque permanece invisible para los ojos humanos. Pero el ojo de la fe discierne a su Capitán y obedece su voz.—Manuscrito 75, 1886.
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