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Reflejemos a Jesús


Reflejemos a Jesús
El amor a Jesús es esencial para el servicio, 27 de noviembre Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos. Juan 21:15. https://ift.tt/BqwZInx En el libro de los Hechos se menciona poco la última parte del ministerio del apóstol Pedro... A medida que el número de los creyentes se multiplicaba en Jerusalén y en otros lugares visitados por los mensajeros de la cruz, los talentos que poseía Pedro resultaron de incalculable valor para la iglesia primitiva. La influencia de su testimonio concerniente a Jesús de Nazaret se difundió ampliamente. Sobre él descansaba una doble responsabilidad. Daba un testimonio positivo acerca del Mesías ante los incrédulos, trabajando fervientemente en favor de su conversión; y al mismo tiempo realizaba una obra especial en favor de los creyentes, fortaleciéndolos en la fe de Cristo. Sólo después de haber sido inducido a negarse a sí mismo y a depender plenamente del poder divino, pudo recibir Pedro su llamamiento para trabajar como subpastor. Cristo le había dicho antes que lo negara: “Y tú, una vez vuelto [convertido], confirma a tus hermanos”Lucas 22:32. Estas palabras indicaban la obra amplia y eficaz que este apóstol debía hacer en lo futuro en favor de los que aceptaran la fe. Su experiencia personal con el pecado, el sufrimiento y el arrepentimiento, lo habían preparado para esa obra. Sólo después de conocer cuáles eran sus debilidades, pudo reconocer la necesidad que el creyente tiene de depender de Cristo. En medio de la tormenta de la tentación había llegado a comprender que el hombre solamente puede caminar seguro cuando pierde toda confianza en sí mismo y la deposita en el Salvador... Cristo mencionó a Pedro sólo una condición de servicio: “¿Me amas?” Esa es la calificación esencial... El amor de Cristo no es un sentimiento intermitente, sino un principio viviente, que se manifestará como un poder permanente en el corazón... La manera en que el Salvador trató a Pedro contenía una lección para él y sus hermanos. Aunque Pedro había negado a su Señor, el amor que Jesús tenía por él nunca vaciló. Y al aceptar el apóstol la responsabilidad de ministrar la Palabra a otros, debía reprender al transgresor con paciencia, simpatía y amor perdonador. Al recordar su propia debilidad y fracaso, debía tratar a las ovejas y los corderos encomendados a su cuidado con tanta ternura como Cristo lo había tratado a él... Siempre exaltó a Jesús de Nazaret como la esperanza de Israel y el Salvador de la humanidad. Impuso a su propia vida la disciplina del Obrero maestro. Por todos los medios a su alcance procuró educar a los creyentes para el servicio activo.—Los Hechos de los Apóstoles, 424-426.
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