Cada Día con Dios

El soldado cristiano, 26 de abril Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Efesios 6:11. https://ift.tt/nd4k90q El Señor obrará por medio de cada sincero y ferviente soldado de la cruz. Pero nadie puede ser un buen soldado si piensa que debe trabajar independientemente de sus colaboradores, y considera que su propio juicio es el mejor. Los obreros de Dios se deben amalgamar; cada cual debe suplir las faltas de los demás... ¿Estamos haciendo los preparativos necesarios para resistir las artimañas del enemigo? ¿Percibimos el sagrado carácter de la obra de Dios y la necesidad de velar por las almas como quienes tenemos que dar cuenta? Debemos estar vigilantes. “Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz”. Romanos 13:11, 12. ¿Estamos aprendiendo a renunciar a nuestros propios deseos? ¿O consultamos tanto al yo que al trabajar con nuestros hermanos consideramos que nuestro propio juicio es el mejor? ¡Dios no quiera que permitamos que la suficiencia propia impida que recibamos las bendiciones que Dios concede al manso y al humilde! Los que verdaderamente glorifiquen a Dios esconderán el yo en Cristo, regocijándose si Dios puede ser glorificado por las labores de los que están relacionados con él. Nadie puede triunfar en la obra de Dios si tiene tan alto concepto de sí mismo. A medida que pasa el tiempo, su sentimiento de superioridad crecerá, y pronto llegara a la conclusión de que no debe colaborar con sus hermanos... Alejemos de nosotros todo sentimiento de exaltación propia. Preparémonos para ser buenos soldados de la cruz al aprender la lección que Cristo dio cuando dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. Mateo 11:29. Quien haya aplastado todo anhelo de reconocimiento propio será seguramente reconocido por lo desinteresado de sus acciones. A fin de ayudar a alentar a otros, estará dispuesto a dejar a un lado sus propios deseos, siendo todo para todos los hombres con el fin de ver si de alguna manera puede salvar a algunos. Tal hombre será un noble dirigente del ejército de Cristo.—Carta 67, del 26 de abril de 1900, dirigida al pastor S. N. Haskell y Sra. que estaban empeñados en obra evangélica en las ciudades.
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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374