Cada Día con Dios

Rendición incondicional, 16 de mayo Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gálatas 2:20. https://ift.tt/QmhenuM Dios no aceptará nada menos que una rendición incondicional. Los cristianos medio convertidos y pecadores nunca entraran en el cielo. Allí no encontrarían felicidad; porque no saben nada de los principios elevados y santos que gobiernan a los miembros de la familia real. El verdadero cristiano mantiene las ventanas del alma orientadas hacia el cielo. Vive en comunión con Jesús. Su voluntad está de acuerdo con la de Cristo. Su mayor deseo consiste en asemejarse cada vez más al Señor... Debemos luchar ferviente e incansablemente para alcanzar el ideal de Dios para nosotros. No debemos hacerlo a título de penitencia, sino como la única manera de lograr la verdadera felicidad. El único modo de conseguir paz y alegría consiste en mantener una relación viviente con el que dio su vida por nosotros, que murió para que pudiéramos vivir, y que vive para unir su poder con los esfuerzos de los que están luchando para lograr la victoria. La santidad consiste en estar permanentemente de acuerdo con Dios. ¿No lucharemos para ser lo que Cristo tanto desea que seamos, es a saber, cristianos en hechos y en verdad, para que el mundo pueda ver en nuestras vidas una revelación del poder salvador de la verdad? Este mundo es nuestra escuela preparatoria. Mientras estemos aquí tendremos que enfrentar pruebas y dificultades. El enemigo de Dios tratará continuamente de apartarnos de nuestra lealtad al Señor. Pero mientras nos aferremos al que se entregó por nosotros, estaremos seguros. El abrazo de Cristo abarca a todo el mundo. Murió en la cruz para destruir al que tenía el poder de la muerte, y para erradicar el pecado de toda alma creyente. Nos invita a ofrecernos en el altar del servicio como holocausto viviente. Debemos consagrar sin reservas a Dios todo lo que tenemos y somos. En esta escuela primaria de la tierra debemos aprender las lecciones que nos han de preparar para ingresar en la escuela superior, donde nuestra educación proseguirá bajo la dirección personal de Cristo. Entonces nos explicará el significado de su Palabra. ¿No obraremos nosotros, en los pocos días de prueba que nos quedan, como hombres y mujeres que buscan vida en el reino de Dios y una eternidad llena de bendiciones?—The Review and Herald, 16 de mayo de 1907.
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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374