Sabbath School

Saturday, May 10 Fundamentos de la profecía Comentarios Elena G.W para las Lecciones de la Escuela Sabática https://ift.tt/Hcq132N Desde la caída de Adán, Cristo había estado confiando la semilla de su palabra a sus siervos escogidos, para que la sembrasen en corazones humanos. Y un agente invisible, un poder omnipotente había obrado silenciosa pero eficazmente, para producir la mies. El rocío, la lluvia y el sol de la gracia de Dios habían sido dados para refrescar y nutrir la semilla de verdad. Cristo iba a regar la semilla con su propia sangre. Sus discípulos tenían el privilegio de colaborar con Dios. Eran colaboradores con Cristo y con los santos de la antigüedad. Por el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés, se iban a convertir millares en un día. Tal era el resultado de la siembra de Cristo, la mies de su obra (El Deseado de todas las gentes, pp. 162, 163). El universo entero está bajo el control del Príncipe de la vida… Él pagó el rescate por el mundo entero. Todos pueden ser salvados por medio de él. Él nos llama a obedecer, creer, recibir y vivir. Él reunirá una iglesia que abarque a toda la familia humana, si todos abandonan el estandarte negro de la rebelión y se colocan bajo su estandarte. A los que crean en él, los presentará a Dios como súbditos leales. Él es nuestro Mediador, así como nuestro Redentor. Defenderá a sus seguidores elegidos contra el poder de Satanás y someterá a todos sus enemigos… Cristo quería que sus discípulos comprendieran que no los dejaría huérfanos… Estaba próximo a morir, pero anhelaba que tuvieran la certeza de que volvería a vivir. Y después de la ascensión, aunque para los discípulos estuviera ausente, sin embargo, mediante la fe podrían verlo, conocerlo y saber que él continuaría teniendo el mismo interés y amor que les manifestó cuando estuvo con ellos (From the Heart, “Coworkers with Christ”, p. 252). No hay consolador como Cristo, tan tierno y tan leal. Está conmovido por los sentimientos de nuestras debilidades. Su Espíritu habla al corazón. Las circunstancias pueden separarnos de nuestros amigos; el amplio e inquieto océano puede agitarse entre nosotros y ellos. Aunque exista su sincera amistad, quizá no puedan demostrarla haciendo para nosotros lo que recibiríamos con gratitud. Pero ninguna circunstancia ni distancia puede separarnos del Consolador celestial. Doquiera estemos, doquiera vayamos, siempre está allí. Alguien que está en el lugar de Cristo para actuar por él. Siempre está a nuestra diestra para dirigirnos palabras suaves y amables; para asistirnos, animarnos, apoyarnos y consolarnos. La influencia del Espíritu Santo es la vida de Cristo en el alma. Ese Espíritu obra en, y por medio de todo aquel que recibe a Cristo. Aquellos en quienes habita este Espíritu revelan sus frutos: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe (La maravillosa gracia de Dios, 6 de julio, p. 195).
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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374