Monday, May 19 En el monte Sion Comentarios Elena G.W https://ift.tt/L2KXWSj “Estos, los que siguen al Cordero por dondequiera que fuere. Estos fueron comprados de entre los hombres por primicias para Dios y para el Cordero”. Apocalipsis 14:4, 5. La visión del profeta los coloca frente al Monte de Sion, ceñidos para un servicio santo, vestidos de lino blanco, que es la justificación de los santos. Pero todo el que siga al Cordero en el cielo, primeramente tiene que seguirle en la tierra, no con inquietud o caprichosamente, sino con confianza, amor y obediencia voluntaria; como la oveja sigue al pastor (Los hechos de los apóstoles, p. 472). Pronto se volvieron nuestros ojos hacia el oriente, donde había aparecido una nubecilla negra del tamaño de la mitad de la mano de un hombre, que era, según todos comprendían, la señal del Hijo del hombre. En solemne silencio, contemplábamos cómo iba acercándose la nubecilla, volviéndose cada vez más esplendorosa hasta que se convirtió en una gran nube blanca cuya parte inferior parecía fuego. Sobre la nube lucía el arco iris y en torno de ella aleteaban diez mil ángeles cantando un hermosísimo himno. En la nube estaba sentado el Hijo del hombre. Sus cabellos, blancos y rizados, le caían sobre los hombros; y llevaba muchas coronas en la cabeza. Sus pies parecían de fuego; en la mano derecha tenía una hoz aguda y en la izquierda llevaba una trompeta de plata. Sus ojos eran como llama de fuego, y escudriñaban de par en par a sus hijos. Palidecieron entonces todos los semblantes y se tornaron negros los de aquellos a quienes Dios había rechazado. Todos nosotros exclamamos: “¿Quién podrá permanecer? ¿Está mi vestidura sin manchas?” Después cesaron de cantar los ángeles, y por un rato quedó todo en pavoroso silencio cuando Jesús dijo: “Quienes tengan las manos limpias y puro el corazón podrán subsistir. Bastaos mi gracia”. Al escuchar estas palabras, se iluminaron nuestros rostros y el gozo llenó todos los corazones. Los ángeles pulsaron una nota más alta y volvieron a cantar, mientras la nube se acercaba a la tierra (Primeros escritos, pp. 15, 16). Debemos hacer todo lo que está de nuestra parte para pelear la buena batalla de la fe. Debemos luchar, trabajar, esforzarnos y agonizar para entrar por la puerta estrecha. Debemos poner al Señor siempre delante de nosotros. Con manos limpias, con corazones puros, debemos tratar de honrar a Dios en todos nuestros caminos. Se ha provisto ayuda para nosotros por medio de Aquel que es poderoso para salvar. El espíritu de verdad y luz nos vivificará y renovará mediante sus misteriosas operaciones; porque todo nuestro progreso espiritual proviene de Dios, no de nosotros mismos… Jesús vino a nuestro mundo para poner a disposición del hombre el poder divino, a fin de que mediante su gracia pudiéramos ser transformados a su semejanza. Cuando está en el corazón el propósito de obedecer a Dios, cuando se realizan esfuerzos con ese fin, Jesús acepta esta disposición y esos esfuerzos como el mejor servicio del hombre, y suple la deficiencia con su propio mérito divino (Fe y obras, pp. 48, 50).
via Facebook https://ift.tt/L2KXWSj
via Facebook https://ift.tt/L2KXWSj
Comentarios
Publicar un comentario