Saturday, May 24 En los Salmos: Segunda parte Comentarios Elena G.W https://ift.tt/hXtf0YO El Salvador sabía que ningún argumento, por lógico que fuera, podría ablandar los duros corazones, o traspasar la costra de la mundanalidad y el egoísmo. Sabía que los discípulos habrían de recibir la dotación celestial; que el evangelio sería eficaz solo en la medida en que fuera proclamado por corazones encendidos y labios hechos elocuentes por el conocimiento vivo de Aquel que es el camino, la verdad y la vida. La obra encomendada a los discípulos requeriría gran eficiencia; porque la corriente del mal que fluía contra ellos era profunda y fuerte. Estaba al frente de las fuerzas de las tinieblas un caudillo vigilante y resuelto, y los seguidores de Cristo podrían batallar por el bien solo mediante la ayuda que Dios, por su Espíritu, les diera (Los hechos de los apóstoles, p. 25). Ahora el ojo del Salvador penetra lo futuro; contempla los campos más amplios en los cuales, después de su muerte, los discípulos van a ser sus testigos. Su mirada profética abarca lo que experimentarán sus siervos a través de todos los siglos hasta que vuelva por segunda vez. Muestra a sus seguidores los conflictos que tendrán que arrostrar; revela el carácter y el plan de la batalla. Les presenta los peligros que deberán afrontar, la abnegación que necesitarán. Desea que cuenten el costo, a fin de no ser sorprendidos inadvertidamente por el enemigo. Su lucha no había de reñirse contra la carne y la sangre, sino “contra los principados, contra las potestades, contra los gobernantes de las tinieblas de este mundo, contra las huestes espirituales de iniquidad en las regiones celestiales”. Efesios 6:12. Habrán de contender con fuerzas sobrenaturales, pero se les asegura una ayuda sobrenatural. Todos los seres celestiales están en este ejército. Y hay más que ángeles en las filas. El Espíritu Santo, el representante del Capitán de la hueste del Señor, baja a dirigir la batalla. Nuestras flaquezas pueden ser muchas, y graves nuestros pecados y errores; pero la gracia de Dios es para todos los que, contritos, la pidan. El poder de la Omnipotencia está listo para obrar en favor de los que confían en Dios (El Deseado de todas las gentes, pp. 318, 319). Dios nos somete a pruebas para que nos acerquemos a él. El salmista dice: “Muchas son las aflicciones del justo, pero el Señor lo libra de todas ellas”. David fue un hombre representativo. Su historia resulta de interés para todas las almas que luchan por las victorias eternas. Dos poderes lucharon por el dominio en su vida. La incredulidad reunió sus fuerzas y procuró eclipsar la luz que brillaba sobre él desde el trono de Dios. Día tras día la batalla se desarrolló en su corazón y Satanás se opuso a cada avance de las fuerzas de la justicia. David comprendió lo que significaba luchar contra los principados y las potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo. A veces parecía que el enemigo debía obtener la victoria. Pero al final, la fe venció y David se regocijó en el poder salvador de Jehová (The Signs of the Times, 11 de agosto, 1909, “That Your Joy Might Be Full”, párr. 9).
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