Wednesday, May 28 Vino y sangre https://ift.tt/rJBNfVZ Comentarios Elena G.W Es el propósito de Dios manifestar por su pueblo los principios de su reino. A fin de que en su vida y carácter se revelen estos principios, él desea separarlos de las costumbres, hábitos y prácticas del mundo. Procura acercarlos más a sí, a fin de hacerles conocer su voluntad. Su propósito hacia su pueblo de hoy es el mismo que tuvo para con Israel cuando lo sacó de Egipto. Contemplando la bondad, la misericordia y el amor de Dios revelados en su iglesia, el mundo ha de tener una representación de su carácter. Cuando la ley de Dios quede así ejemplificada en la vida, el mundo mismo reconocerá la superioridad de los que aman, temen y sirven a Dios, con respecto a cualquier otro pueblo del mundo (Consejos para los maestros, p. 305). Mis hermanos y hermanas, alléguense a la gente al practicar su ministerio. Levanten a los abatidos. Consideren las calamidades como si fueran bendiciones disfrazadas, y las aflicciones, como misericordias. Trabajen de tal manera que la esperanza brote en lugar de la desesperación… “Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo”. Sofonías 1:14. Quiero decir a cada obrero: Avance con una fe humilde, y el Señor lo acompañará. Pero vele en oración. Esta es la ciencia de su trabajo. El poder es de Dios. Trabaje dependiendo de él, y recuerde que es un colaborador suyo. Él es su ayudador. Su fuerza depende de él. Él constituirá su sabiduría, su justicia, su santificación y su redención. Lleve el yugo de Cristo, aprendiendo diariamente de él su mansedumbre y su humildad. Él será su consuelo y reposo (Testimonios para la iglesia, t. 7, pp. 258, 259). Cada acto de obediencia a Cristo, cada acto de abnegación por él, cada prueba bien soportada, cada victoria lograda sobre la tentación, es un paso adelante en la marcha hacia la gloria de la victoria final. Si aceptamos a Cristo por guía, él nos conducirá en forma segura. El mayor de los pecadores no tiene por qué perder el camino. Ni uno solo de los que temblando lo buscan ha de verse privado de andar en luz pura y santa. Aunque la senda es tan estrecha y tan santa que no puede tolerarse pecado en ella, todos pueden alcanzarla y ninguna alma dudosa y vacilante necesita decir: Dios no se interesa en mí. Puede ser áspero el camino, y la cuesta empinada; tal vez haya trampas a la derecha y a la izquierda; quizá tengamos que sufrir penosos trabajos en nuestro viaje; puede ser que cuando estemos cansados y anhelemos descanso, tengamos que seguir avanzando; que cuando nos consuma la debilidad, tengamos que luchar; o que cuando estemos desalentados, debamos esperar aún; pero con Cristo como guía, no dejaremos de llegar al fin al anhelado puerto de reposo. Cristo mismo recorrió la vía áspera antes que nosotros y allanó el camino para nuestros pies (El discurso maestro de Jesucristo, p. 118).
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