Thursday, May 08 Tú creaste todas las cosas Comentarios Elena G.W para las Lecciones de la Escuela Sabática https://ift.tt/NUvIVhp El Redentor del mundo era igual a Dios. Su autoridad era la autoridad de Dios. Declaró que no tenía existencia aparte del Padre. La autoridad con la que habló y obró milagros era expresamente suya, y sin embargo nos asegura que él y el Padre son uno… Como legislador, Jesús ejercía la autoridad de Dios; sus órdenes y decisiones eran apoyadas por el Soberano del trono eterno. La gloria del Padre era revelada en el Hijo… Estaba tan perfectamente relacionado con Dios, tan completamente imbuido de su luz, que el que había visto al Hijo, había visto al Padre. Su voz era como la voz de Dios (A fin de conocerle, p. 40). Ojalá todos pudieran contemplar a nuestro precioso Salvador tal como es: un Salvador. Que su mano aparte el velo que oculta su gloria de nuestros ojos. Aparece en su elevado y santo lugar. ¿Qué veremos? Nuestro Salvador no está en actividad de e inactividad: está rodeado por seres celestiales, querubines y serafines, miríadas y miríadas de ángeles. Todos esos seres celestiales tienen un propósito superior a todos los demás, en el cual están intensamente interesados: la iglesia [de Cristo] en un mundo de corrupción. Todas esas huestes están al servicio del Príncipe del cielo, ensalzan al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Están trabajando para Cristo, bajo su mandato, para salvar hasta lo sumo a todos los que dependen de él y creen en él. Estos seres celestiales se apresuran en su misión haciendo en favor de Cristo aquello que Herodes y Pilato hicieron contra él. Se unen para destacar el honor y la gloria de Dios. Están unidos en una santa alianza, en una grandiosa y sublime unidad de propósito, para mostrar el poder, la compasión, el amor y la gloria del Salvador crucificado y resucitado. Estos ejércitos del cielo ilustran con su servicio lo que debiera ser la iglesia de Dios. Cristo está trabajando en favor de ellos en los atrios celestiales, enviando a sus mensajeros a todas partes del globo para que ayuden a cada sufriente que acude a él en busca de ayuda, de vida espiritual y conocimiento. La iglesia de Cristo en la tierra está en medio de la oscuridad moral de un mundo desleal que está hollando la ley de Jehová, pero su Redentor, que ha comprado su rescate con el precio de su propia preciosa sangre, ha ordenado todo lo necesario para que su iglesia sea un cuerpo transformado, iluminado por la Luz del mundo, en posesión de la gloria de Emanuel. Los brillantes rayos del Sol de justicia, brillando a través de su iglesia, reunirán en el redil de Cristo a cada oveja perdida y extraviada, que vendrá a él y hallará refugio en él. Encontrarán paz, luz y gozo en Aquel que es paz y justicia eterna (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, p. 979).
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