El Cristo Triunfante

La ira puede ocasionar la pérdida de la bendición divina, 12 de junio “Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más diciéndote: Lávate y serás limpio?”. 2 Reyes 5:13. https://ift.tt/u3tBFY8 Por medio de la fidelidad en las cosas pequeñas llegamos a ser centinelas confiables. Guárdate cuidadosamente contra los pequeños disgustos. No permitas que acosen tu alma, y ganarás muchas victorias. Y cuando te sobrevengan tribulaciones más grandes estarás preparado para resistir al enemigo valerosa y noblemente. Con frecuencia pienso en el caso de Naamán. Él buscaba una gran bendición: la cura de la lepra. Al tener noticias sobre el poder del profeta Eliseo, fue a él, para saber qué debía hacer para ser sanado. Y Eliseo le respondió: “Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. “Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí, saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos. ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado. “Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? “Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio”. Cada alma hereda ciertos rasgos de carácter no cristianos. Es una grandiosa y noble obra de toda la vida, mantener bajo control esas tendencias hacia el mal. Son las cosas pequeñas que se cruzan en nuestra senda las que probablemente nos hacen perder el dominio propio. El Señor ha de honrar a quienes en esta vida son fieles en las cosas pequeñas... A éstos no se los encontrará faltos cuando les sobrevengan pruebas mayores. Aquellos que honran a Dios en las cosas pequeñas de la vida diaria se desarrollarán como hombres y mujeres de sano juicio. Ante cualquier prueba que les sobreviniere, permanecerán firmes en lo que es correcto. Si le abres tu corazón, el Señor entenderá. Él sabe bien cuál es la disciplina que necesita cada persona. Si lo pides, él te dará el poder de resistir el mal. Tu fe crecerá y darás evidencias del poder protector divino.—Carta 123, 1904.
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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374