Sunday, June 01 La ira del cordero Comentarios Elena G.W https://ift.tt/UCre9SW Clamarán a las rocas y a las montañas que caigan sobre ellos y los oculte, del rostro de Aquel que está sentado en el trono de la ira del Cordero. “La ira del Cordero”, de Aquel que siempre se mostró lleno de ternura, paciencia y magnanimidad, quien, habiéndose entregado como la víctima propiciatoria, fue llevado como oveja al matadero para salvar a los pecadores de la condenación que ahora cae sobre ellos porque no permitieron que él quitara su culpabilidad. El juicio se llevará a cabo de acuerdo con las reglas que Dios ha establecido. Todos serán juzgados por la ley que ahora los hombres están llamados a obedecer, pero que muchos se niegan a aceptar. Puesto que por ella se prueba el carácter, cada hombre encontrará su lugar apropiado en una de dos clases. Será santo para el Señor por la obediencia a su ley, o estará manchado de pecado por la transgresión. O habrá hecho el bien, colaborando por la fe con Jesús en la restauración de la imagen moral de Dios en el hombre, o habrá hecho el mal, negando al Salvador con una vida impía. Cristo los separará unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. Entonces los hombres y las mujeres verán que su curso de acción ha decidido su destino. Serán recompensados o castigados según hayan obedecido o transgredido la ley de Dios (The Review and Herald, 18 de junio, 1901, “A Message for Today”, párr. 13, 14). Los pecados que acarrearon la venganza sobre el mundo antediluviano, existen hoy. El temor de Dios ha desaparecido de los corazones de los hombres, y su ley se trata con indiferencia y desdén. La intensa mundanalidad de aquella generación es igualada por la de la presente. Cristo dijo: “Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día que Noé entró en el arca, y no conocieron hasta que vino el diluvio y llevó a todos, así será también la venida del Hijo del hombre”. Mateo 24:38, 39. Dios no condenó a los antediluvianos porque comían y bebían; les había dado los frutos de la tierra en gran abundancia para satisfacer sus necesidades materiales. Su pecado consistió en que tomaron estas dádivas sin ninguna gratitud hacia el Dador, y se rebajaron entregándose desenfrenadamente a la glotonería (Historia de los patriarcas y profetas, p. 90).
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