Tuesday, June 24 La fiesta de Belsasar Comentarios Elena G.W https://ift.tt/s1mNwLD Debido a la insensatez y debilidad de Belsasar, nieto de Nabucodonosor, la orgullosa Babilonia iba a caer pronto. Admitido en su juventud a compartir la autoridad real, Belsasar se gloriaba en su poder, y ensalzó su corazón contra el Dios del cielo. Muchas habían sido sus oportunidades para conocer la voluntad divina, y para comprender que era su responsabilidad prestarle obediencia. Sabía que, por decreto divino, su abuelo había sido desterrado de la sociedad de los hombres; y sabía también de su conversión y curación milagrosa. Pero Belsasar dejó que el amor por los placeres y la glorificación propia borrasen las lecciones que nunca debiera haber olvidado. Malgastó las oportunidades que se le habían concedido misericordiosamente, y no aprovechó los medios que tenía a su alcance para conocer mejor la verdad. Lo que Nabucodonosor había adquirido finalmente a costo de indecibles sufrimientos y humillaciones, Belsasar lo pasaba por alto con indiferencia (Profetas y reyes, p. 384). Entonces se leyó e interpretó lo escrito en la pared. Belsasar escuchó la sentencia irrevocable: “Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin”. “Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto”. “Tu reino ha sido dividido y entregado a los medos y a los persas”. Belsasar no tenía excusa, pues se le había dado abundante luz para rectificar su vida. Había tenido la oportunidad de conocer la verdad; pero perdió todos los beneficios del conocimiento por su curso de autoindulgencia; no se encontró con la mente de Dios, como hombre ni como rey, y debido a esto el reino le había sido quitado. El que tiene poder para levantar y derribar, dio el reino a otro. En la historia de Nabucodonosor y Belsasar, Dios habla a las naciones de hoy. Debemos entender las lecciones que procuró enseñar a estos reyes rebeldes; porque si Belsasar hubiera seguido un curso en armonía con las instrucciones dadas a su abuelo, no solo habría conservado su reino, sino también su vida. Hizo caso omiso de las lecciones, y persistió en su rebelión contra Dios, cometiendo los mismos pecados por los cuales su abuelo había sido reprendido y castigado. Él también se alzó en orgullo y exaltación, y el juicio final de Dios cayó sobre él y su casa. Su gran pecado fue que, a pesar de que Dios le había dado la luz, se negó a caminar por las sendas de la justicia (The Signs of the Times, 20 de julio, 1891, “Results of Refusing to Walk in the Light”, párr. 5, 6). [Belsasar] era culpable porque había tenido el privilegio de conocer y hacer lo correcto, y de guiar a otros en el camino, y sin embargo se negó a prestar atención a la luz que Dios había permitido que brillara en su camino. Tuvo todas las oportunidades de conocer a Dios y su verdad, pero no quiso negarse a sí mismo para conocer y hacer la justicia. Ahora, en medio de su más pronunciada idolatría y desafío a Dios, la mano implacable escribe su destino (The Signs of the Times, 20 de julio, 1891, “Results of Refusing to Walk in the Light”, párr. 2).
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