Cada Día con Dios

Preparémonos para actuar en el cielo, 6 de octubre Aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia. 1 Timoteo 5:4. https://ift.tt/NK7z2yp Es la costumbre de muchos miembros de la familia, tanto padres como hijos, asumir una actitud más agradable cuando están en compañía de otras personas que cuando se encuentran en su propio hogar. Este no es el plan trazado por Dios para padres e hijos. Conserven algunas de sus sonrisas, cumplidos y actos de cortesía para el círculo del hogar. Deben tratar de ser tiernos, considerados y amables para manifestar cortesía cristiana en la casa. Hay que cultivar el espíritu lleno de gracia de la religión del hogar... Cristo jamás pronunció una palabra dura y poco amable. Cuando sus compañeros lo tentaban, desanimaba al enemigo con un salmo o alguna palabra de las Escrituras. No tengan vergüenza de aprender de Cristo. El los invita con estas palabras: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Mateo 11:29, 30. Cuando tengan que enfrentar la provocación y se sientan tentados a airarse, tomen en cuenta que al manifestar ese espíritu no están llevando el yugo de Cristo, que implica obediencia, dominio propio y servicio. Padres e hijos: Recordad que los verdaderos seguidores de Cristo harán de su hogar, tanto como resulte posible, una representación del hogar celestial, porque al hacerlo serán colaboradores de Cristo en la aplicación de las leyes de su reino. Lean la oración que Cristo enseñó a sus discípulos. Vivan esa plegaria. Es todo un sermón para los que quieran ponerlo en práctica. Tenemos algo que pedirle a Jesús. Tenemos grandes necesidades que sólo él puede suplir. La oración que Jesús enseñó a sus discípulos las abarca todas. Necesitamos perdón; pero sólo lo recibiremos si estamos dispuestos a perdonar a los demás. Cristo nos invita a que tengamos confianza en él. Por nosotros mismos nada podemos hacer. No podemos ser amables, veraces, corteses y abnegados sin el auxilio del Espíritu Santo... Estudiemos la vida de Cristo y practiquemos en el hogar lo que sabemos nos será necesario en la vida celestial, cuando gocemos del compañerismo de la familia celestial. En el círculo del hogar aquí podemos practicar los modales que vamos a poner en práctica en el seno de la familia celestial.—Manuscrito 125, del 6 de octubre de 1898, “La educación en el hogar”.
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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374