La cuerda que pende del cielo, 8 de febrero
Y hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:8. {NEV 47.1}
Medid la cuerda, si podéis, que ha sido bajada desde el cielo para
elevar al hombre. La única estimación que podemos daros de su dimensión es
señalaros hacia el Calvario.—Manuscrito 6, 1893, pp. 4. {NEV 47.2}
Los hombres caídos no habrían podido tener un hogar en el paraíso de
Dios, sin el Cordero que ha sido muerto desde la fundación del mundo. ¿No
exaltaremos la cruz de Cristo? ... {NEV 47.3}
La perfección angélica fracasó en el cielo. La perfección humana fracasó
en el Edén, el paraíso de ventura. Todos aquellos que deseen seguridad en el
cielo o en la tierra, deben contemplar al Cordero de Dios. El plan de
salvación, que hace manifiesta la justicia y el amor de Dios, provee una
salvaguardia eterna contra la defección en los mundos que no han caído, tanto
como entre aquellos que serán redimidos por la sangre del Cordero. Nuestra
única esperanza es la perfecta confianza en la sangre de Aquel que puede salvar
hasta lo máximo a todo el que se acerque a Dios, mediante él. La muerte de
Cristo en la cruz del Calvario es nuestra única esperanza en este mundo, y será
nuestro tema en el mundo venidero. ¡Oh, no comprendemos el valor de la
expiación! Si lo comprendiéramos, hablaríamos más acerca de él. El don de Dios
en su Hijo amado fué la expresión de un amor inconmensurable. Fué lo máximo que
Dios pudo hacer para preservar el honor de su ley, y todavía salvar al
transgresor.—The
Signs of the Times, 30 de diciembre de 1889. {NEV 47.4}
Jesús puso la cruz al alcance de la luz que procedía del cielo, porque
esa era la manera de atraer la atención del hombre. La cruz está directamente
en línea con el brillo de los rostros divinos, para que, al contemplar la cruz,
los hombres pudieran ver y conocer a Dios y a Jesucristo, a quien él había
enviado. Al contemplar a Dios, contemplamos a Aquel que derramó su alma hasta
la muerte. Al contemplar la cruz, la vista se extiende hacia Dios, y se
discierne su odio por el pecado. Pero mientras contemplamos en la cruz el odio
de Dios por el pecado, también contemplamos su amor por los pecadores, que es
más fuerte que la muerte. La cruz es para el mundo el argumento
incontrovertible de que Dios es verdad, y luz, y amor.—The Signs of the Times, 7 de marzo de
1895. {NEV
47.5}
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