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Cuando no tengas esperanzas, busca la escalera del cielo


Cuando no tengas esperanzas, busca la escalera del cielo, 20 de marzo

“Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía”. Génesis 28:16. CT 88.1
Los ángeles de Dios ascendían y descendían por la mística escalera y cuando [Jacob] despertó, dijo: “Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía”. Lo mismo ocurre con nosotros. Si nuestros ojos fueran abiertos, veríamos los ángeles de Dios en derredor nuestro, y a los ángeles malvados que también están aquí, tratando de destruirnos; pero los ángeles buenos los mantienen a raya. CT 88.2
Jacob pensó obtener la primogenitura y sus beneficios mediante el engaño, pero se chasqueó. Pensó que había perdido todo, su relación con Dios, su hogar, y todo lo demás, y allí estaba como un fugitivo frustrado. ¿Pero qué hizo Dios? Lo contempló en su condición desesperada, vio su desengaño, y vio que había en él elementos que redundarían para gloria de Dios. Tan pronto Dios vio su condición, le presentó la escalera mística que representa a Jesucristo. He aquí el hombre que había perdido toda relación con Dios, y el Soberano del cielo lo contempla y consiente en que Cristo salve el abismo abierto por el pecado. CT 88.3
Podríamos haber mirado y dicho: Anhelo el cielo, pero, ¿cómo puedo alcanzarlo? No veo ningún camino. Eso es lo que pensó Jacob, y por eso Dios le mostró la visión de la escalera, que conecta la tierra con el cielo, a través de Jesucristo. Una persona puede subir por ella, pues la base descansa sobre la tierra y el peldaño superior llega hasta el cielo. Entonces el alma asciende de sus costumbres, prácticas y hábitos terrenales a los celestiales. El resplandor y la gloria de Dios están en cada escalón de esta mística escalera y los hombres y las mujeres ascienden, ¿sobre quién? Jesucristo. ¿De quién se aferran? De Jesucristo. ¿A quién están unidos? A Jesucristo. CT 88.4
Ahora descubrimos que es posible alcanzar la cima y que Dios está en la parte superior de la escalera y espera con los brazos abiertos a todo aquel que ha de entrar en su reino eterno. ¡Alabad su precioso nombre! Vosotros, habitantes de la tierra, ¡alabad a Dios! ¿Y por qué? Porque mediante Jesucristo, cuyo largo brazo humano rodea a la humanidad, mientras con su brazo divino se aferra del trono del Infinito, el abismo es salvado con su propio cuerpo, y este mundo, pequeño como un átomo, que estuvo separado del continente del cielo por el pecado y se convirtió en una isla, otra vez es rehabilitado porque Cristo salvó el abismo. Si hay un alma en peligro, Dios está dispuesto a asistirla. Todos los ángeles del cielo serán enviados para prodigarle su atención.—Manuscrito 5, 1891. CT 88.5

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