Unidos con el cielo, 27 de noviembre https://ift.tt/3o5gXLX El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende. Salmos 34:7. La experiencia de Felipe, dirigido por un ángel del cielo para que fuese adonde había de encontrarse con uno que buscaba la verdad; la de Cornelio, visitado por un ángel que le llevó un mensaje de Dios; la de Pedro, que, encarcelado y condenado a muerte, fue sacado a un lugar seguro por un ángel; todos estos casos demuestran cuán íntima es la relación que existe entre el cielo y la tierra. El relato de estas visitas angélicas debe proporcionar fuerza y valor a aquel que trabaja por Dios. Hoy día, tan ciertamente como en el tiempo de los apóstoles, los mensajeros celestiales recorren toda la anchura y longitud de la tierra, tratando de consolar a los tristes, proteger a los impenitentes, ganar los corazones de los hombres a Cristo. No podemos verlos personalmente; pero no obstante, ellos están constantemente con nosotros para dirigirnos, guiarnos y protegernos. El cielo se acerca a la tierra por esa escalera mística, cuya base está firmemente plantada en la tierra, mientras que su parte superior llega al trono del Infinito. Los ángeles están constantemente ascendiendo y descendiendo por esta escalera de deslumbrante resplandor, llevando las oraciones de los menesterosos y angustiados al Padre celestial, y trayendo bendición y esperanza, valor y ayuda, a los hijos de los hombres. Esos ángeles de luz crean una atmósfera celestial en derredor del alma, elevándonos hacia lo invisible y eterno. No podemos contemplar sus formas con nuestra vista natural... Solamente el oído espiritual puede oír la armonía de las voces celestiales... Dios envía a sus ángeles a salvar a sus escogidos de la calamidad, a protegerlos de “pestilencia que ande en oscuridad”, y de “mortandad que en medio del día destruya”. Repetidas veces los ángeles han hablado con los hombres como un hombre habla con su amigo, y los han guiado a lugares seguros. Vez tras vez las palabras alentadoras de los ángeles han renovado los espíritus abatidos de los fieles, elevando sus mentes por encima de las cosas de la tierra, y los han inducido a contemplar por la fe las ropas blancas, las coronas y las palmas de victoria, que los vencedores recibirán cuando circunden el gran trono blanco. Los Hechos de los Apóstoles, 123, 124.
"Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar." Habacuc 2:14 "Entonces el dragón...se fue a hacer guerra contra...los que guardan los mandamientos de Dios y tienen...el espíritu de la profecía." Apoc. 12:17; 19:10
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