En los Lugares Celestiales


Para la gloria de Dios, 15 de noviembre https://ift.tt/3cjO4od Para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. 2 Tesalonicenses 1:12. Nuestro deber es que seamos muy celosos de la gloria de Dios y no demos a entender, por lo sombrío de nuestro semblante o por palabras inconvenientes, que los requerimientos de Dios constituyen una restricción de nuestra libertad. El ser entero tiene el privilegio de presentar un decidido testimonio en cada aspecto—en las facciones, en el temperamento, en las palabras, en el carácter—de que el servicio del Señor es bueno. Dios ama al pueblo que guarda sus mandamientos, porque mediante su obediencia honra su santo nombre, testificando de su amor por él... Nuestra fe y la intensidad de nuestro celo debieran estar en proporción a la gran luz que brilla sobre nuestra senda. La fe, la fe humilde y confiada en Dios, en nuestros hogares, en nuestro vecindario, en nuestras iglesias se revelará a sí misma. La obra del Espíritu Santo no será, no podrá ser estorbada. Dios se complace en revelarse a su pueblo como un padre, como un Dios en quien puede confiar implícitamente... Cuando los agricultores quieren recomendar o exhibir sus productos, no reúnen los especímenes más pobres sino los mejores. Las mujeres se esmeran por preparar el más excelente pan de manteca, moldeado y estampado con primor. Los hombres traen lo mejor de la producción de verduras de toda clase. Se traen los frutos mejores y más atractivos y su aspecto enorgullece a los hábiles trabajadores. La variedad de frutas—manzanas, duraznos, damascos, naranjas, limones, ciruelas—resulta muy atractiva... Nadie trae los ejemplares más defectuosos sino lo más selecto que la tierra puede producir. ¿Y por qué los cristianos que viven en estos últimos días no habrían de revelar los frutos más atractivos en acciones abnegadas? ... Sus palabras, su conducta, su vestimenta debieran llevar fruto de la mejor calidad.—Manuscrito 70, 1897.

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374