Cada Día con Dios


Pérdida eterna, 7 de diciembre https://ift.tt/3owign3 Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. 1 Corintios 2:9. Cada pecado, cada acto injusto, cada transgresión de la ley de Dios, recae con fuerza mil veces mayor sobre el autor que sobre la víctima. Cada vez que una de las maravillosas facultades con que Dios ha enriquecido al hombre sufre algún abuso o se la usa mal, pierde para siempre una porción de su vigor y nunca volverá a ser como antes. Todo abuso cometido contra nuestra naturaleza moral en esta vida ejerce una influencia no sólo ahora sino por la eternidad. Aunque Dios perdone al pecador, la eternidad no compensará la pérdida voluntaria experimentada en esta vida. Llegar a la vida futura desprovistos de la mitad del poder que podríamos haber llevado allí, es un pensamiento terrible. Los días de pruebas malgastados aquí cuando debíamos prepararnos para el cielo, constituyen una pérdida que nunca se recuperará. La capacidad de disfrutar será menor en la vida futura debido al mal proceder y al abuso de las facultades morales en esta vida. Por más alto que sea el nivel a que lleguemos en la vida futura, podríamos haber alcanzado niveles mucho más elevados, su hubiéramos aprovechado al máximo los privilegios y las áureas oportunidades dadas por Dios para acrecentar nuestras facultades aquí durante este tiempo de prueba... Todos estamos a las órdenes de uno de los dos grandes capitanes. El primero, Creador del hombre y del mundo, es el mayor. Cada cual le debe lealtad plena, la devoción de todos sus afectos. Si se le entrega la mente para que la dirija, y si Dios dispone de la posibilidad de modelar y desarrollar las facultades, cada día se recibirá nuevo poder moral de la Fuente de toda sabiduría y fortaleza. La bendición moral y las bellezas divinas recompensarán los esfuerzos de todos aquellos cuyas mentes estén orientadas hacia el cielo. Podremos captar revelaciones, bellezas divinas, que se encuentran más allá de la miope visión de los mundanos, y que superan la imaginación de las inteligencias más desarolladas y de los filósofos más eruditos, pero que no se han relacionado con el Poder infinito... La justicia, el honor, el amor y la verdad son los atributos del trono de Dios. Son los principios de su gobierno que se establecerá en la tierra, cuando sea purificada con el fuego de su justicia retributiva. Estas son las joyas que debemos buscar y atesorar para ahora y la eternidad...—Carta 41, del 7 de diciembre de 1877, dirigida a F. E. Belden, un conocido de 19 años.

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374