Cada Día con Dios


Dividendos celestiales, 23 de enero https://ift.tt/3KMl8FI Has dado a los que te temen bandera, que alcen por causa de la verdad. Salmos 60:4. Asegúrese de que la verdad está inscripta en su bandera en todas las ocasiones y en todos los lugares. Todos los humanos son seres queridos para el corazón de Dios; porque han sido comprados por precio. Como nación, los judíos no quisieron aceptar a Cristo. Los había conducido en sus viajes, como su invisible e infinito Guía. Les había comunicado su voluntad, pero cuando fueron puestos a prueba, lo rechazaron a él que era su única esperanza, su única salvación; y Dios los rechazó a ellos. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Juan 1:12. Para todos los que aceptan y obedecen las condiciones, los dones de Dios fluyen continuamente, sin arrepentirse por otorgarlos y sin retaceos. Dios impartió dones al hombre para que los use, no de acuerdo con ideas heredadas o antojadizas, no de acuerdo con impulsos o inclinaciones naturales, sino de acuerdo con su voluntad... Los que temían a Dios debían pensar por sí mismos. No debían permitir que otros pensaran por ellos. Sus mentes ya no debían estar encadenadas a máximas, teorías y doctrinas erróneas. La ignorancia y el vicio, el crimen y la violencia, la opresión que se ejerce desde las altas esferas, debían ser desenmascarados. La Luz de la vida vino a este mundo a resplandecer en medio de la oscuridad moral. El Evangelio debía ser proclamado entonces entre los pobres y los oprimidos. A los humildes se les daría la oportunidad de entender cuáles son los verdaderos requisitos que hay que llenar para entrar en el reino de Dios. Los instrumentos del Señor son muchos. Pero todos los que se sienten inclinados a trabajar de acuerdo con los planes de Dios, están comprendidos en las palabras “porque... vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”. 1 Corintios 3:9. Los siervos de Dios deben avanzar de manera que no se pierda ni uno solo de los dones del Señor. Su voluntad debe estar completamente sometida a Dios, de manera que cuando llegue el momento establecido por él, su vara reverdezca. Nadie sabe exactamente qué rumbo tomará la obra, pero los siervos del Altísimo deben estar siempre dispuestos, en condiciones de comprender los procedimientos y la voluntad de su Jefe.—Carta 8, del 23 de enero de 1889, dirigida al Dr. J. H. Kellog, director médico del Sanatorio de Battle Creek, Míchigan.

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374