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Exaltad a Jesús


Los reyes magos le dan la bienvenida, 16 de enero Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Mateo 2:1-2. https://ift.tt/3nwjSfA El Rey de gloria se rebajó hasta lo sumo al tomar sobre sí la humanidad; y los ángeles, que habían sido testigos de su esplendor en las cortes celestiales, mientras lo adoraban todas las huestes del cielo, se sintieron frustrados al encontrar a su Comandante divino en una posición de humillación tan grande. Los judíos se habían separado tanto de Dios... que los ángeles no pudieron comunicarles las buenas nuevas de la llegada del Redentor recién nacido. Entonces Dios eligió los magos de oriente para que cumplieran su voluntad... “Vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle”. Estos hombres no eran judíos; pero habían estado esperando al Mesías prometido. Habían estudiado las profecías, y sabían que había llegado el tiempo cuando Cristo aparecería; y trataban ansiosamente de descubrir cualquier señal de este gran acontecimiento, para ser de los primeros en darle la bienvenida al Rey celestial recién nacido y adorarlo. Estos sabios eran filósofos y habían estudiado las obras de Dios en la naturaleza. En las maravillas de los cielos, en las glorias del sol, la luna, y las estrellas, habían seguido la huella del dedo de Dios. No eran idólatras. Vivían de acuerdo con la tenue luz que brillaba sobre ellos... Estos sabios habían visto los cielos iluminados con la luz que rodeaba la hueste celestial que anunció la llegada de Cristo a los humildes pastores. Y después que los ángeles regresaron al cielo, una estrella luminosa apareció y permaneció en el cielo. Esta luz estaba formada por un grupo distante de ángeles resplandecientes que daban la apariencia de una estrella luminosa. Les llamó la atención el aspecto desusado de esa gran estrella brillante que nunca habían visto antes y que pendía del cielo como una señal. No tuvieron el privilegio de escuchar la proclamación que los ángeles hicieron a los pastores. Pero el Espíritu de Dios los indujo a buscar al Visitante celestial que había venido a este mundo caído. Los sabios siguieron el curso que la estrella parecía mostrarles. Al acercarse a la ciudad de Jerusalén, la estrella quedó envuelta en tinieblas y no los continuó guiando... Los sabios se sorprendieron al descubrir que el tema de la venida del Mesías no despertaba ningún interés especial... Expresaron su misión con toda claridad. Andaban en busca de Jesús, el Rey de los judíos, porque habían visto su estrella en el oriente y venían a adorarle... La venida de Cristo constituía el acontecimiento más grande acaecido desde la creación del mundo... La vista de Dios descansaba sobre su Hijo constantemente... Los regalos que los sabios les trajeron [a José y María] los sostuvieron durante su permanencia en la tierra de Egipto.—The Review and Herald, 24 de diciembre de 1872.

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