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El Cristo Triunfante


La fe de Enoc siempre fue evidente, 11 de febrero https://ift.tt/IgQ4FEY “De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él”. Judas 14, 15. Enoc fue un obrero activo de Dios. Jamás buscó lo que fuese ventajoso o cómodo. Ni desperdició su tiempo en meditaciones ociosas, ni se afanó por lograr una felicidad personal. No participó de las fiestas y de los entretenimientos que constantemente atrapaban la atención de los amantes del placer del mundo antediluviano. En sus días las mentes de muchos quedaron encandiladas por los placeres mundanales que los tentaban a desviarse. Pero Enoc era constante. No deambulaba ociosamente por las calles ni se detenía en los lugares de diversión como un mundano indiferente. Jamás se enredó en conversaciones comunes con los corruptos, como si fuera uno de ellos. Sólo se vinculó con los pecadores y obradores de iniquidad como mensajero de Dios a fin de advertirlos para que abandonaran sus malos caminos, se arrepintieran y buscasen a Dios. Enoc vivió una vida de activa y ferviente abnegación. Caminó con Dios en un mundo tan corrupto que el Señor finalmente lo destruyó por medio del Diluvio. Y anduvo con los impíos como entre ellos, no como uno de ellos, sino como alguien cuyos propósitos, acciones y esperanzas no se basaban en el tiempo, sino en la eternidad. Jamás dio lugar a los doctos en cuestiones mundanales para que pusieran en duda su profesión y su fe. Por medio de palabras sinceras y acciones decididas demostró que se había apartado del mundo. Luego de períodos de alejamiento volvía a mezclarse con los profanos con el fin de exhortarlos a aborrecer el mal y elegir el bien. Como fiel obrero de Dios quería salvarlos. Y con su mensaje advirtió al mundo. Predicó la fe en Cristo, el que salva al hombre de su condición perdida y es la única esperanza para el pecador. Enoc era un adventista. Condujo las mentes de los hombres de su tiempo hacia el gran día de Dios, cuando Cristo vendría por segunda vez para juzgar a todos... Como Enoc, debemos caminar con Dios, poniendo nuestra voluntad en sujeción a la voluntad divina. Hemos de estar dispuestos a ir dondequiera Jesús nos conduzca y a sufrir por la causa del Señor. Y en la búsqueda de la salvación de las almas por las que Cristo murió, en la superación de las dificultades y en el hecho de mantenernos sin mancha del mundo, revelaremos la integridad de nuestra religión. El cristiano fiel no ha de buscar los lugares fáciles ni las cargas ligeras. Se lo ha de encontrar donde la obra sea más difícil y su ayuda más necesaria.—Manuscrito 36, 1902.

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