Cada Día con Dios


Provocaos al amor, 2 de marzo https://ift.tt/VnrhQd2 Yo dije: Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté delante de mí. Salmos 39:1. Hijos míos: Velen en oración, y sean cada vez más cuidadosos con respecto a sus palabras y su conducta. “Velad y orad para que no entréis en tentación”. Es poco prudente concederle al enemigo la más mínima ventaja. Hijo mío: Sé caballeroso, y tu influencia sobre tus colaboradores será mayor. Nunca hables imprudentemente. El respeto propio debe impedirte caer en el enojo. Si nos respetamos a nosotros mismos al llevar el yugo de Cristo, decuplicaremos nuestra influencia. La naturaleza humana seguirá siendo la misma, pero puede ser elevada y ennoblecida mediante su unión con la naturaleza divina. Al participar de la naturaleza divina los hombres y mujeres escapan a la corrupción que está en el mundo debido a la concupiscencia. La verdad debe ser practicada para que sea un poder en el mundo. Cuando la verdad mora en el corazón, la experiencia diaria es una revelación del poder dominante de la gracia de Cristo. Nunca mantengan la verdad en el atrio exterior. El Espíritu Santo debe estamparla en el alma... Reverencien a Dios y a su posición adquirida. Cuiden sus modales, porque son representantes de Cristo. Controlen diligentemente sus palabras y trabajen con fervor para que los pecadores se convenzan y se conviertan. Mantengan el corazón en comunión con Dios por medio de la oración. Cuando se les dirijan palabras duras, que no se ajusten a la verdad, no pierdan el dominio propio. Recuerden que “la blanda respuesta quita la ira” (Proverbios 15:1), que el que se domina a sí mismo es mayor que el que toma una ciudad. El verdadero cristiano es caballero. Los que están llenos de amor propio piensan que tienen el privilegio de decir algunas cosas que mejor sería no mencionar. Menos palabras y acciones más amables les ayudarían a ejercer una influencia mejor. Dios afirma: “Porque por tus palabras serás condenado”. Mateo 12:37. Todas nuestras palabras y acciones, buenas y malas, son examinadas por Dios. ¡Qué solemne pensamiento! La Palabra de Dios nos pide que no nos provoquemos a ira los unos a los otros. Pero hay una provocación que se justifica. Pablo escribe:... “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras”. Hebreos 10:24.—Carta 38, del 2 de marzo de 1903, dirigida a Edson y Ema White.

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374