El Cristo Triunfante


Dios quiere dirigir a su pueblo, si ellos se lo permiten, 15 de mayo https://ift.tt/fzmXb5t “Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, sino que habrá rey sobre nosotros”. 1 Samuel 8:19. El Señor indicó a Samuel que accediera a la petición del pueblo, pero que les advirtiese enérgicamente con respecto al pecado de elegir un gobernante temporal despreciando el gobierno divino... La idea de un monarca no armonizaba con el plan divino, sino con el orden de las naciones que no conocían ni aceptaban a Dios. Después de esta tajante declaración, el pueblo siguió insistiendo en sus ideas y Samuel consintió. El pueblo estaba decidido a tener un rey. Concluyeron que Samuel no comprendía bien la situación. Pues si tan sólo conociera todas las circunstancias, los motivos y los designios y entendiera las grandes ventajas, él mismo estaría tan dispuesto como ellos a tener un rey y, de este modo, no serían considerados como inferiores ni despreciados por las demás naciones. En su ceguera espiritual no podían ver más allá de Samuel ni discernir que era la Palabra de Dios la que escuchaban a través de su siervo. Dios estaba conduciendo, orientando y trabajando en favor de su pueblo de muchas maneras imperceptibles a los ojos humanos. Sus enemigos no podían discernir el origen de su sabiduría y poder, ni tampoco quién debía ser glorificado por la liberación asombrosa y el éxito sorprendente. Dios obró por medio de Gedeón. Pero la forma de liberación que empleó era de tal naturaleza que ningún ser humano podía adjudicarse la gloria y, al recordar la maravillosa victoria, no podrían exaltar la sabiduría de ningún mortal... El poder, la potencia y la sabiduría estaban en el cielo, pero ellos los querían sobre la tierra. Eran de Dios, el poderoso Rey, pero ellos querían ver todos estos atributos incorporados en una persona. Bajo esa luz, Dios consideró que Israel había pecado al rechazarlo. Si hubieran abrigado un temor reverente por Dios y lo hubieran considerado el supremo Gobernante, nunca habrían otorgado autoridad al poder humano ni permitido luego ser controlados por él. Sin embargo, el Señor no iba a dejar que se colocara a Saúl en un puesto de responsabilidad sin que recibiera la luz divina. Debía recibir una nueva vocación, y el Espíritu del Señor vino sobre él. El efecto fue su transformación en un hombre nuevo. El Señor dio a Saúl un nuevo espíritu, otros pensamientos, otros propósitos y otros deseos que los que había tenido antes. Esta instrucción, con el conocimiento espiritual de Dios, debía unir su voluntad con la de Jehová. Al conocer la voluntad de Dios, que le fue comunicada en forma íntegra, ¿pasó Saúl la prueba? ¿Honró entonces a Dios? Cuando fue puesto a prueba, no escuchó ni obedeció la orden expresa de Dios, sino que se aventuró en la transgresión.—Carta 12a, 1888.

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374