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Comentarios Elena G.W para la Escuela Sab{atica. https://ift.tt/95fshFQ Dos veces el pacto de Dios y sus estatutos fueron desechados por el mundo. Tanto los antediluvianos como los descendientes de Noé rechazaron la autoridad divina. Entonces Dios hizo un pacto con Abrahán, y apartó para sí un pueblo que debía llegar a ser depositario de su ley. Satanás empezó en seguida a tender sus lazos para seducir y destruir a este pueblo. Los hijos de Jacob fueron inducidos a contraer matrimonio con gentiles y a adorar sus ídolos. Pero José fue fiel a Dios, y su fidelidad fue un testimonio constante de la verdadera fe. Para apagar esta luz, obró Satanás mediante la envidia de los hermanos de José, quienes le vendieron como esclavo a un pueblo pagano. Sin embargo, Dios dirigió los acontecimientos para que su luz fuera comunicada al pueblo egipcio. Tanto en la casa de Potifar como en la cárcel, José recibió una educación y un adiestramiento que, con el temor de Dios, le prepararon para su alta posición como primer ministro de la nación. Desde el palacio de Faraón, se sintió su influencia por todo el país, y por todas partes se divulgó el conocimiento de Dios. En Egipto los israelitas alcanzaron prosperidad y riqueza y, hasta donde fueron fieles a Dios, ejercieron una amplia influencia (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 343, 344). [Los hermanos de José] lo rechazaron rudamente. Les dijo para qué había ido allí, pero no le contestaron. José quedó alarmado por la ira que demostraban. El temor ocupó el lugar del gozo, e instintivamente se retiró atemorizado de la presencia de ellos. Entonces lo tomaron violentamente. Lo vituperaron con las admoniciones que les había dado en lo pasado, lo acusaron de relatar sus sueños para exaltarse por encima de ellos en el concepto de su padre, para que lo amara más que a ellos mismos (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1110). Un buen carácter debe construirse ladrillo tras ladrillo. Estas características que habilitan a los jóvenes a trabajar con éxito en la causa de Dios deben ser obtenidas por el ejercicio diligente de sus facultades, por el aprovechamiento de toda ventaja que la Providencia les da, y por su relación con la Fuente de toda sabiduría. No deben quedar satisfechos con una norma baja. Tanto el carácter de José como el de Daniel son buenos modelos para ellos, y en la vida del Salvador tienen un dechado perfecto. A todos se les da oportunidad de desarrollar el carácter. Todos pueden ocupar sus puestos señalados en el gran plan de Dios. El Señor aceptó a Samuel desde su infancia porque su corazón era puro. Había sido dado a Dios como ofrenda consagrada, y el Señor hizo de él un conducto de luz. Si los jóvenes de hoy quieren consagrarse como fue consagrado Samuel, el Señor los aceptará y los empleará en su obra. Acerca de su vida podrán decir con el salmista: “Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y hasta ahora he manifestado tus maravillas”. Salmo 71:17 (Consejos para los maestros, pp. 522, 523).

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