Dios nos Cuida


Vivamos la nueva vida, 9 de septiembre https://ift.tt/yQ1UPsf Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas. Mateo 7:12. Cristo vino a enseñarnos no solamente lo que debemos saber y creer, sino también lo que debemos hacer al relacionarnos con Dios y nuestro prójimo. La regla de oro de la justicia requiere que hagamos con los demás lo que quisiéramos que nos hicieran a nosotros: “Han sido adquiridos con la sangre del Salvador; han sido comprados por precio”. En toda nuestra relación con nuestros prójimos, ya sean creyentes o no, debemos tratarlos como Cristo los trataría en nuestro lugar. Si es para nuestro bien presente y eterno obedecer la ley de Dios, será para su bien presente y eterno que lo hagan también. Nuestra meta más alta debe consistir en que seamos para ellos obreros médico-misioneros de acuerdo con la orden de Cristo... Todos los que entren por las puertas de perla en la ciudad de Dios, deberán haber manifestado a Cristo en todas sus actividades. Esto es lo que los convierte en mensajeros de Cristo, en sus testigos. Deben dar un testimonio claro y definido contra todo mal proceder, y señalar al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. El da poder, a todos los que lo reciben, de ser hijos de Dios. La regeneración es la única senda por medio de la cual podemos llegar a la ciudad santa. Es angosta, y estrecha la puerta de entrada, pero por ella debemos guiar a hombres, mujeres y niños, enseñándoles que para ser salvos deben tener un nuevo corazón y un nuevo espíritu. Los antiguos rasgos de carácter hereditarios deben ser vencidos. Los deseos naturales del alma deben cambiar. Se debe renunciar a todo engaño, toda falsificación y toda maledicencia. Hay que vivir una vida nueva, que hace de hombres y mujeres seres semejantes a Cristo. Debemos nadar, por así decirlo, contra la corriente del mal. El camino que conduce al cielo es angosto, cercado por la ley divina de Jehová. Los que lo siguen deben negarse constantemente a sí mismos. Deben obedecer las enseñanzas de Cristo... No confiemos en el hombre, sino en Jesucristo, que murió para que pudiéramos obtener justicia.

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374