Hijos e Hijas de Dios


Oro por la unidad, 14 de octubre https://ift.tt/ka30AoT Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. Juan 17:21. Cristo nos ha dejado un ejemplo perfecto, en el cual no encontramos pecado. Sus seguidores deben caminar en sus pisadas. Si no son transformados en carácter, jamás podrán morar con él en su reino. Cristo murió para elevarlos y ennoblecerlos, y los que retienen las tendencias hereditarias hacia el mal, no podrán morar con él. El sufrió todo lo que puede sufrir y soportar la carne humana, para que podamos pasar triunfalmente en medio de todas las tentaciones que Satanás pueda inventar para destruir nuestra fe. Nuestra única esperanza reside en Cristo. Dios quiere que su pueblo gane victorias diariamente... Mediante sus dones celestiales, el Señor ha hecho amplia provisión para su pueblo. Un padre terrenal no le puede dar a su hijo un carácter santificado. No puede transferirle su propio carácter. Solo Dios puede transmitírnoslo. Cristo sopló sobre sus discípulos y les dijo: “Tomad el Espíritu Santo”. Este es el gran don del cielo. Cristo les impartió su propia santificación mediante el Espíritu. Los embebió con su poder para que pudieran ganar almas para el Evangelio. En adelante Cristo viviría a través de sus facultades, y hablaría a través de sus palabras. Fueron privilegiados al saber que en lo futuro él y ellos serían uno. Debían apreciar sus principios y permitir que su Espíritu los dirigiera. En ese caso no seguirían más sus propios caminos ni hablarían sus propias palabras. Las que hablaran, procederían de un corazón santificado, y de labios santificados. Ya no vivirían por más tiempo su vida egoísta; Cristo viviría en ellos y hablaría por ellos. Les concedería la gloria que tenía con el Padre, para que él y ellos fueran uno con Dios.—General Conference Bulletin (1899).

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374