El Cristo Triunfante


Debemos conocer la verdad y practicarla, 20 de noviembre https://ift.tt/dp7tSQh “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta”. Juan 7:17. No debiéramos establecer nuestros conceptos para luego interpretar todo a fin de que coincida en el punto prefijado. Por esta razón algunos de nuestros grandes reformadores han fracasado y muchos que debieran ser grandes campeones del Señor y de la verdad, luchan en contra de la verdad. Que cada palabra, que cada pensamiento y cada manifestación de nuestra cortesía y tacto cristiano, sea como las Escrituras lo requieren. Dios ha dicho que debemos aprender, primero de los oráculos vivientes y, en segundo lugar, de nuestros asociados. Esta es una orden de Dios. La Palabra de Dios es el gran detector de errores, ante el cual debemos traer todas las cosas. La Biblia debiera ser la norma de cada una de nuestras doctrinas. Debiéramos estudiarla con reverencia. No debiéramos recibir opinión alguna sin antes compararla con las Escrituras. En asuntos de fe es la autoridad divina y suprema. La Palabra del Dios vivo es la que dirime todos los pleitos. Cuando las personas mezclan su originalidad humana con las palabras de verdad divinas con el fin de acosar a quienes están en controversia con ellos, no manifiestan reverencia alguna por la Palabra inspirada de Dios. Mezclan lo humano con lo divino, lo común con lo sagrado y empequeñecen así la Palabra de Dios... La interpretación correcta de las Escrituras no es todo lo que Dios requiere. El Señor determina que no sólo debiéramos conocer la verdad, sino que debemos practicarla tal como es en Jesús. En nuestra relación con los demás, debemos poner en práctica el espíritu de Aquel que nos dio la verdad. No sólo debemos investigar la verdad como un tesoro escondido, sino que, si somos colaboradores con Dios, es una necesidad positiva que cumplamos con las condiciones establecidas en su Palabra y llevemos el espíritu de Cristo en nuestros corazones, que nuestra comprensión se pueda fortalecer y lleguemos a ser maestros aptos que den a conocer a otros la verdad que se nos ha revelado en su Palabra... No hay certidumbre de que nuestra doctrina sea correcta y libre de error a menos que diariamente cumplamos la voluntad de Dios. Si hacemos su voluntad, conoceremos la doctrina. Veremos la verdad en toda su belleza. La aceptaremos con reverencia y santo temor y así podremos presentar a otros lo que sabemos que es verdad... El alma que está enamorada de Dios y de su obra será transparente como el día. No habrá argucias superfluas, ni se evadirá la verdad que se presenta en las Escrituras. La Palabra de Dios es el fundamento que tenemos para cada doctrina.—Carta 20, 1888.

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374