Cada Día con Dios


El inefable don de Dios, 25 de diciembre https://ift.tt/AUiFGRk ¡Gracias a Dios por su don inefable! 2 Corintios 9:15. Anoche se celebró la Navidad en el tabernáculo [de Battle Creek], y todo salió bien, con modestia, solemnidad y gratitud manifestada en todo lo que se hizo y se dijo, porque Jesús, el Príncipe de la vida, vino a este mundo como el bebé de Belén para ofrecerse por nuestros pecados. Vino para cumplir las predicciones de los profetas y videntes a quienes había instruido para que comunicaran y cumplieran los consejos del cielo, y para que al cumplir la gran misión que era su obra, se verificara el cumplimiento de sus propias palabras. Y por eso cada alma se encuentra bajo la más solemne obligación de agradecer a Dios porque Jesús, el Redentor del mundo, se ha comprometido a lograr la plena salvación de cada hijo e hija de Adán. Sólo a sí mismos se podrán culpar si no aceptan el don celestial. El sacrificio era amplio, y en plena armonía con la justicia y el honor de la santa ley de Dios. El inocente sufrió por el culpable, y esto debiera despertar la gratitud más plena. A las diez y media [del 25 de diciembre] hablé a los que se habían reunido en el tabernáculo. El Señor puso en mis labios palabras fervientes. Traté de presentar este asunto a la luz de la Palabra de Dios, es a saber, que la obra en favor de la salvación de las almas no debe descansar sólo sobre los pastores, sino sobre cada ser humano a quien Dios haya encargado esta tarea. La obra del señor debe ser realizada por los miembros vivientes del cuerpo de Cristo, y para el cumplimiento de la gran comisión divina hay que educar a cada cual para que haga su parte en la conversión de las almas. Los ha incorporado al ejército del Señor, no para que lo pasen bien, no para que vean cómo entretenerse, sino para soportar pruebas como fieles soldados de la cruz de Cristo. Cada recluta debe hacer su parte, debe ser vigilante, valeroso y leal. Después de hablar unos cincuenta minutos se dieron excelentes testimonios. Al volver a casa invitamos a cenar a Fred Walling, el hijo de mi sobrina, su esposa, su suegra y sus dos hijitos, un bebé de tres meses y un chico de seis años. Eran peregrinos y pobres y necesitaban un poco de ánimo.—Manuscrito 24, del 25 de diciembre de 1889.

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374