Comentarios Elena G.W para la Escuela Sabática https://ift.tt/DKnH4G0 Al acercarnos al fin de la historia de este mundo, las profecías que se relacionan con los últimos días requieren en forma especial nuestro estudio. El último libro del Nuevo Testamento está lleno de verdades que necesitamos entender. Satanás ha cegado las mentes de muchos, de manera que se han regocijado de encontrar alguna excusa para no estudiar el Apocalipsis. Pero Cristo, por medio de su siervo Juan, ha declarado allí lo que acontecerá en los postreros días, y dice: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas”. Apocalipsis 1:3. “Esta empero es la vida eterna —dice Cristo—: que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado”. Juan 17:3. ¿Por qué es que no comprendemos el valor de este conocimiento? ¿Por qué no arden estas preciosas verdades en nuestro corazón? ¿Por qué no hacen temblar nuestros labios y penetran todo nuestro ser? (Palabras de vida del gran Maestro, p. 103). [El] Señor obrará mediante los instrumentos humanos que se unen a Cristo. Los que tienen confianza permanente en Cristo, tendrán, corno Enoc, un sentido de la constante presencia de Dios. ¿Por qué sucede que hay tantos que experimentan incertidumbre y se sienten huérfanos? Se debe a que no cultivan la fe en la certidumbre preciosa de que Cristo es el portador de sus pecados. Jesús tomó sobre sí la naturaleza humana en favor de los que habían transgredido la ley, y llegó a ser semejante a nosotros para que pudiéramos tener seguridad y paz eternas. Tenemos un abogado en los cielos, y quienquiera que lo acepte como su Salvador personal, no queda huérfano para soportar la maldición de sus propios pecados (Hijos e hijas de Dios, p. 289). La Iglesia es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fue organizada para servir, y su misión es la de anunciar el evangelio al mundo. Desde el principio fue el plan de Dios que su iglesia reflejase al mundo su plenitud y suficiencia. Los miembros de la iglesia, los que han sido llamados de las tinieblas a su luz admirable, han de revelar su gloria. La iglesia es la depositaria de las riquezas de la gracia de Cristo; y mediante la iglesia se manifestará con el tiempo, aun a “los principados y potestades en los cielos”. Efesios 3:10… A través de los siglos de persecución, lucha y tinieblas, Dios ha sostenido a su iglesia. Ni una nube ha caído sobre ella sin que él hubiese hecho provisión; ni una fuerza opositora se ha levantado para contrarrestar su obra, sin que él lo hubiese previsto. Todo ha sucedido como él lo predijo. Él no ha dejado abandonada a su iglesia, sino que ha señalado en las declaraciones proféticas lo que ocurriría, y se ha producido aquello que su Espíritu inspiró a los profetas a predecir. Todos sus propósitos se cumplirán. Su ley está ligada a su trono, y ningún poder del maligno puede destruirla (Los hechos de los apóstoles, pp. 9-11).
"Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar." Habacuc 2:14 "Entonces el dragón...se fue a hacer guerra contra...los que guardan los mandamientos de Dios y tienen...el espíritu de la profecía." Apoc. 12:17; 19:10
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