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Sabbath School


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Comentarios Elena G.W para la Escuela Sabática https://ift.tt/vUASJHa Espaciarse en la belleza, la bondad, la misericordia y el amor de Jesús fortalece las facultades mentales y morales; y entre tanto que la mente se ejercita para hacer las obras de Cristo, para llegar a ser hijos obedientes, habitualmente preguntaréis: ¿Es este el camino del Señor? ¿Se agradará Jesús con que yo haga esto? Este proceder ¿será para agradarme a mí mismo o para agradar a Jesús? Entonces cada alma recordará las palabras del Señor: “Pusiste … nuestros yerros a la luz de tu rostro”. Muchos necesitan efectuar un cambio radical en la tendencia de sus pensamientos y acciones, si desean agradar a Jesús. Nuestros pecados rara vez nos parecen tan terribles como lo son a la vista de Dios. Muchos se han habituado a seguir una senda de pecado, y sus corazones se endurecen bajo la influencia del poder de Satanás. Sus pensamientos son cautivados por la mala influencia de este. Pero cuando con la fortaleza y gracia de Dios se oponen con la voluntad a las tentaciones de Satanás, se aclara su mente; el corazón y la conciencia, al ser influidos por el Espíritu de Dios, se hacen sensibles, y entonces el pecado aparece tal como es excesivamente pecaminoso. Entonces es cuando realmente ven y comprenden los pecados secretos. Confiesan sus pecados a Dios, se arrepienten de ellos y se avergüenzan del pecado … Él los quita de “la luz de [su] rostro” y los pone a sus espaldas (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista, t. 3, p. 1168). Cuando [a José] se lo tentó para que se desviara de la senda recta, para que violara la ley de Dios y traicionara a su amo, resistió firmemente y dio evidencias del poder elevador del temor de Dios en la respuesta que dio a la esposa de su señor… Aquí tenemos un ejemplo para todas las generaciones de creyentes que habrían de vivir sobre la tierra. Aunque estén expuestos a la tentación debieran saber que hay una defensa al alcance de la mano, y que si finalmente no reciben protección será por su propia culpa. Dios será un pronto auxilio y su Espíritu será un escudo. Aunque estén rodeados de las más terribles tentaciones hay una fuente de fortaleza a la cual pueden recurrir para resistirlas… José sufrió entonces porque no quiso claudicar. Había puesto su reputación y sus intereses en las manos de Dios. Y aunque se permitió que fuera afligido por cierto tiempo, para prepararlo con el fin de que ocupara un puesto importante, el Señor protegió esa reputación que había sido ensombrecida por una malvada acusadora, y más tarde, a su debido tiempo, permitió que aquélla resplandeciera. Dios usó incluso de la prisión como un camino que lo conduciría a su elevación. La virtud proporcionará a su debido tiempo su propia recompensa. El escudo que protegía el corazón de este joven era el temor de Dios, que lo indujo a ser fiel y justo con su amo, y leal a su Señor (La historia de la redención, pp. 103-105).
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