Sabbath School
Comentarios Elena G.W para las Lecciones de Escuela Sabática https://ift.tt/BHAxP3Z @seguidores @destacar El que se humanó sabe simpatizar con los padecimientos de la humanidad. No solo conoce Cristo a cada alma, así como sus necesidades y pruebas particulares, sino que conoce todas las circunstancias que irritan el espíritu y lo dejan perplejo. Tiende su mano con tierna compasión a todo hijo de Dios que sufre. Los que más padecen reciben mayor medida de su simpatía y compasión. Le conmueven nuestros achaques y desea que depongamos a sus pies nuestras congojas y nuestros dolores, y que allí los dejemos… Cuando las tentaciones os asalten, cuando los cuidados, las perplejidades y las tinieblas parezcan envolver vuestra alma, mirad hacia el punto en que visteis la luz por última vez. Descansad en el amor de Cristo y bajo su cuidado protector. Cuando el pecado lucha por dominar en el corazón, cuando la culpa oprime al alma y carga la conciencia, cuando la incredulidad anubla el espíritu, acordaos de que la gracia de Cristo basta para vencer al pecado y desvanecer las tinieblas. Al entrar en comunión con el Salvador entramos en la región de la paz (El ministerio de curación, pp. 192, 193). En la obra intercesora de Cristo, el amor de Dios se reveló en toda su perfección a los hombres y a los ángeles. Él intercede por vosotros. Es el gran Sumo Sacerdote que aboga en vuestro favor; y podéis presentar vuestro caso al Padre por medio de Jesucristo. De este modo tenéis acceso a Dios; y a pesar de vuestro pecado, vuestro caso no es desesperado. “Hijitos míos, estas cosas os escribo, para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. 1 Juan 2:1… La obra de Cristo en el Santuario celestial, donde él está presentando su propia sangre cada momento ante el propiciatorio, haciendo intercesión por nosotros, debería impresionar debidamente el corazón, de modo que reconociésemos el valor de cada momento. Jesús siempre vive para hacer intercesión por nosotros; pero un solo momento malgastado no puede ser jamás recobrado (The Faith I Live By, p. 205; parcialmente en La fe por la cual vivo, 18 de julio, p. 207). Cristo representó a su Padre ante el mundo, y ante Dios representa a los escogidos en quienes ha restaurado la imagen moral de Dios. Ellos son su herencia. A ellos dice: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”. “Nadie conoce… al Padre… sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”. Ningún sacerdote, ningún religioso por estricto que sea puede revelar al Padre a cualquier hijo o hija de Adán. Los hombres tienen un solo Abogado, un Intercesor, que puede perdonar las transgresiones. ¿No se llenarán de gratitud nuestros corazones ante Aquel que dio a Jesús para que fuera la propiciación por nuestros pecados? Pensad profundamente en el amor que el Padre ha manifestado en favor de nosotros, el amor que ha expresado para nosotros. No podemos medir ese amor. No hay medida para él. Solo podemos señalar al Calvario, al Cordero muerto desde la fundación del mundo. Es un sacrificio infinito. ¿Podemos comprender y medir lo infinito? (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, p. 926).
¡Visita Sabbath School!
Comentarios Elena G.W para las Lecciones de Escuela Sabática https://ift.tt/BHAxP3Z @seguidores @destacar El que se humanó sabe simpatizar con los padecimientos de la humanidad. No solo conoce Cristo a cada alma, así como sus necesidades y pruebas particulares, sino que conoce todas las circunstancias que irritan el espíritu y lo dejan perplejo. Tiende su mano con tierna compasión a todo hijo de Dios que sufre. Los que más padecen reciben mayor medida de su simpatía y compasión. Le conmueven nuestros achaques y desea que depongamos a sus pies nuestras congojas y nuestros dolores, y que allí los dejemos… Cuando las tentaciones os asalten, cuando los cuidados, las perplejidades y las tinieblas parezcan envolver vuestra alma, mirad hacia el punto en que visteis la luz por última vez. Descansad en el amor de Cristo y bajo su cuidado protector. Cuando el pecado lucha por dominar en el corazón, cuando la culpa oprime al alma y carga la conciencia, cuando la incredulidad anubla el espíritu, acordaos de que la gracia de Cristo basta para vencer al pecado y desvanecer las tinieblas. Al entrar en comunión con el Salvador entramos en la región de la paz (El ministerio de curación, pp. 192, 193). En la obra intercesora de Cristo, el amor de Dios se reveló en toda su perfección a los hombres y a los ángeles. Él intercede por vosotros. Es el gran Sumo Sacerdote que aboga en vuestro favor; y podéis presentar vuestro caso al Padre por medio de Jesucristo. De este modo tenéis acceso a Dios; y a pesar de vuestro pecado, vuestro caso no es desesperado. “Hijitos míos, estas cosas os escribo, para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. 1 Juan 2:1… La obra de Cristo en el Santuario celestial, donde él está presentando su propia sangre cada momento ante el propiciatorio, haciendo intercesión por nosotros, debería impresionar debidamente el corazón, de modo que reconociésemos el valor de cada momento. Jesús siempre vive para hacer intercesión por nosotros; pero un solo momento malgastado no puede ser jamás recobrado (The Faith I Live By, p. 205; parcialmente en La fe por la cual vivo, 18 de julio, p. 207). Cristo representó a su Padre ante el mundo, y ante Dios representa a los escogidos en quienes ha restaurado la imagen moral de Dios. Ellos son su herencia. A ellos dice: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”. “Nadie conoce… al Padre… sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”. Ningún sacerdote, ningún religioso por estricto que sea puede revelar al Padre a cualquier hijo o hija de Adán. Los hombres tienen un solo Abogado, un Intercesor, que puede perdonar las transgresiones. ¿No se llenarán de gratitud nuestros corazones ante Aquel que dio a Jesús para que fuera la propiciación por nuestros pecados? Pensad profundamente en el amor que el Padre ha manifestado en favor de nosotros, el amor que ha expresado para nosotros. No podemos medir ese amor. No hay medida para él. Solo podemos señalar al Calvario, al Cordero muerto desde la fundación del mundo. Es un sacrificio infinito. ¿Podemos comprender y medir lo infinito? (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, p. 926).
¡Visita Sabbath School!
Comentarios
Publicar un comentario