Conflicto y Valor
El balido de las ovejas, 31 de mayo 1 Samuel 15. https://ift.tt/piufWts Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. 1 Samuel 15:11. Mientras Saúl y su ejército volvían a sus hogares entusiasmados por la victoria, había profunda angustia en la casa de Samuel el profeta. Este había recibido del Señor un mensaje que denunciaba el procedimiento del rey... El profeta se afligió profundamente por la conducta del rey rebelde, y lloró y oró toda la noche pidiendo que se revocara la terrible sentencia. El arrepentimiento de Dios no es como el del hombre. “El Vencedor de Israel no mentirá, ni se arrepentirá: porque no es hombre que se arrepienta”. El arrepentimiento del hombre implica un cambio de parecer. El arrepentimiento de Dios implica un cambio de circunstancias y relaciones. El hombre puede cambiar su relación hacia Dios al cumplir las condiciones que le devolverán el favor divino, o puede, por su propia acción, colocarse fuera de la condición favorecedora; pero el Señor es el mismo “ayer, y hoy, y por los siglos”. Hebreos 13:8. La desobediencia de Saúl cambió su relación para con Dios; pero quedaron sin alteración las condiciones para ser aceptado por Dios: los requerimientos de Dios seguían siendo los mismos; pues en él “no hay mudanza, ni sombra de variación”. Santiago 1:17. Con corazón adolorido salió el profeta la siguiente mañana al encuentro del rey descarriado. Samuel abrigaba la. esperanza de que Saúl, al reflexionar, reconociera su pecado, y por el arrepentimiento y humillación, fuese restaurado al favor divino. Pero cuando se ha dado el primer paso en el sendero de la transgresión, el camino se vuelve fácil. Saúl, envilecido por su desobediencia, vino al encuentro de Samuel con una mentira en los labios. Exclamó: “Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová”. Los ruidos que oía el profeta desmentían la declaración del rey desobediente.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 682, 683. Saúl negaba su pecado aún mientras el mugido de los bueyes y el balido de las ovejas estaban publicando su culpa.—Carta 12a, 1893.
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