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El Cristo Triunfante


El Cristo Triunfante
Cristo demostró que podemos observar los mandamientos, 4 de julio “Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres hijo de Dios, dí que estas piedras se conviertan en pan”. Mateo 4:3. https://ift.tt/7NUEbIJ Si su naturaleza divina no se hubiese revestido con el ropaje de la humanidad, Cristo no hubiera podido asociarse con la raza caída ni hubiese llegado a ser su Redentor. Era necesario que él conociera el poder de todas nuestras tentaciones, que pasara por todas las penurias y aflicciones por las que nosotros debemos pasar, a fin de ser realmente un Salvador... Satanás, el poderoso enemigo quien fuera expulsado del cielo, por mucho tiempo ha reclamado dominio sobre la tierra y Cristo ha venido a derrotarlo, a fin de que podamos, por la gracia divina, lograr la victoria sobre el enemigo de nuestras almas. A la cabeza de la humanidad, Cristo por su perfecta obediencia le demostró al universo que los seres humanos podrían observar los mandamientos de Dios. En toda circunstancia—ya fuera en la prosperidad o en la adversidad, recibido o rechazado, en un banquete matrimonial o padeciendo las aflicciones del hambre—Cristo permaneció fiel a cada precepto de la ley de Dios y forjó para nuestro ejemplo una vida perfecta. El soportó cada aflicción que soportan los pobres y los oprimidos. Sin cometer pecado padeció el cansancio y el hambre. Comprendió cada incomodidad que nos pueda afligir. Desde la infancia hasta la edad adulta sobrellevó la prueba de la obediencia. Cuando Jesús fue conducido al desierto para ser tentado, fue llevado por el Espíritu de Dios. El no invitó a la tentación. Fue al desierto para estar solo, para contemplar su misión y su obra. Por el ayuno y la oración, debía fortalecerse para andar en la senda manchada de sangre que iba a recorrer. Pero Satanás sabía que el Salvador había ido al desierto, y pensó que ésa era la mejor ocasión para atacarlo. Débil y extenuado por el hambre, agotado y macilento, preso de la agonía mental, Cristo se encontraba “desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres”. Entonces llegó la oportunidad de Satanás, quien supuso que ahora podría vencer a Cristo. La primera tentación fue dirigida al apetito. Como en respuesta a sus oraciones se presentó ante el Salvador uno con la apariencia de un ángel del cielo. Afirmó haber sido enviado por Dios para darle a conocer a Cristo que debía poner fin al ayuno. Cuando Satanás se presentó ante él, el Salvador desfallecía de hambre y anhelaba algún alimento. Señalando algunas piedras esparcidas por el desierto y que tenían la semblanza de panes, el tentador le dijo: “Si eres hijo de Dios, dí que estas piedras se conviertan en pan”.—Manuscrito 155, 1902.
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