
WEDNESDAY, JULY 17 Historia sándwich: parte 1 Comentarios Elena G.W para las Lecciones de Escuela Sabática https://ift.tt/mvbEOu5 @seguidores @destacar Cuando Cristo estaba sobre la tierra la gente se agolpaba para escucharlo. Sus palabras eran tan sencillas y claras que aun los menos ilustrados podían entenderle, y sus oyentes lo escuchaban embelesados. Esto enfurecía a los escribas y fariseos. Estaban llenos de envidia porque la gente escuchaba tan atentamente las palabras de este nuevo Maestro, y se propusieron quebrar su poder sobre la multitud. Comenzaron atacando su carácter, diciendo que había nacido en pecado, y que echaba fuera los demonios por medio del príncipe de los demonios. Así se cumplieron las palabras: “Me aborrecen sin causa”. Salmo 69:4; Véase Juan 15:25. Los dirigentes judíos difamaron y persiguieron a Aquel que es “señalado entre diez mil y todo él codiciable” (Alza tus ojos, p. 323). Nadie se endurece tanto como aquellos que han despreciado la invitación de la misericordia y mostrado aversión al Espíritu de gracia. La manifestación más común del pecado contra el Espíritu Santo consiste en despreciar persistentemente la invitación del Cielo a arrepentirse. Cada paso dado hacia el rechazamiento de Cristo, es un paso hacia el rechazamiento de la salvación y hacia el pecado contra el Espíritu Santo. Al rechazar a Cristo, el pueblo judío cometió el pecado imperdonable, y desoyendo la invitación de la misericordia, podemos cometer el mismo error. Insultamos al Príncipe de la vida, y le avergonzamos delante de la sinagoga de Satanás y ante el universo celestial cuando nos negamos a escuchar a sus mensajeros, escuchando en su lugar a los agentes de Satanás que quisieran apartar de Cristo nuestra alma. Mientras uno hace esto, no puede hallar esperanza ni perdón y perderá finalmente todo deseo de reconciliarse con Dios (El Deseado de todas las gentes, pp. 291, 292). ¿En qué consiste el pecado contra el Espíritu Santo? En atribuir voluntariamente a Satanás la obra del Espíritu Santo. Supongamos, por ejemplo, que uno presencie la obra especial del Espíritu de Dios. Tiene evidencia convincente de que la obra está en armonía con las Escrituras, y el Espíritu testifica a su espíritu que es de Dios. Pero más tarde, cae bajo la tentación; lo domina el orgullo, la suficiencia propia, o alguna otra característica mala; y rechazando toda la evidencia de su carácter divino, declara que lo que antes reconoció como ser del Espíritu Santo era poder de Satanás. Por medio de su Espíritu es cómo Dios obra en el corazón humano; y cuando los hombres rechazan voluntariosamente al Espíritu, y declaran que es de Satanás, cortan el conducto por medio del cual Dios puede comunicarse con ellos. Al negar la evidencia que Dios le agradó darles, apagan la luz que había resplandecido en sus corazones, y como resultado son dejados en tinieblas. Así se cumplen las palabras de Cristo: “Mira pues, si la lumbre que en ti hay, es tinieblas”. Lucas 11:35. Por un tiempo, las personas que han cometido este pecado pueden aparentar ser hijos de Dios; pero cuando se presenten circunstancias que han de desarrollar el carácter, y manifestar qué clase de espíritu las posee, se descubrirá que están en el terreno del enemigo (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 596, 597).
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