Sabbath School
Saturday, August 31 Los últimos días Comentarios Elena G.W para las Lecciones de Escuela Sabática https://ift.tt/aVyJELk [Los discípulos,] no obstante, engañados también por las enseñanzas de los rabinos, esperaban, como todo el pueblo, un reino terrenal. No podían comprender las acciones de Jesús. Ya los había dejado perplejos y turbados el que no hiciese esfuerzo alguno para fortalecer su causa obteniendo el apoyo de sacerdotes y rabinos, y porque nada había hecho para establecer su autoridad como Rey de esta tierra. Todavía había que hacer una gran obra en favor de estos discípulos antes que estuviesen preparados para la sagrada responsabilidad que les incumbiría cuando Jesús ascendiera al cielo. Habían respondido, sin embargo, al amor de Cristo, y aunque eran tardos de corazón para creer, Jesús vio en ellos a personas a quienes podía enseñar y disciplinar para su gran obra. Y ahora que habían estado con él suficiente tiempo como para afirmar hasta cierto punto su fe en el carácter divino de su misión, y el pueblo también había recibido pruebas incontrovertibles de su poder, quedaba expedito el camino para declarar los principios de su reino en forma tal que les ayudase a comprender su verdadero carácter (El discurso maestro de Jesucristo, p. 9). Dios diseñó los actos de generosidad y benevolencia para mantener los corazones de los hijos de los hombres llenos de ternura y simpatía, y para estimular en ellos un interés y afecto mutuos a semejanza de los del Maestro, quien por nosotros se hizo pobre, para que por su pobreza fuéramos enriquecidos. La ley del diezmo fue establecida sobre un principio duradero, y fue destinada a ser una bendición para el hombre (Reflejemos a Jesús, p. 262). Es el motivo lo que da carácter a nuestros actos, marcándolos con ignominia o con alto valor moral. No son las cosas grandes que todo ojo ve y que toda lengua alaba lo que Dios tiene por más precioso. Los pequeños deberes cumplidos alegremente, los pequeños donativos dados sin ostentación, y que a los ojos humanos pueden parecer sin valor, se destacan con frecuencia más altamente a su vista. Un corazón lleno de fe y de amor es más apreciable para Dios que el don más costoso… Fue este espíritu abnegado y esta fe infantil lo que mereció el elogio del Salvador (Exaltad a Jesús, p. 82). ¿Quién podría dudar que estamos viviendo en tiempos peligrosos? Cuando Cristo describió la ruina de Jerusalén, contempló el futuro e incluyó en su descripción la todavía más terrible destrucción del mundo. Lo expresa de este modo: “Como fue en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. Porque en los días anteriores al diluvio, la gente comía y bebía, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca. Y no entendieron hasta que vino el diluvio y los llevó a todos. Así también será la venida del Hijo del hombre”. Mateo 24:37-39… Cristo, en sus enseñanzas, ha dejado lecciones valiosísimas con respecto a los últimos días. ¡Ojalá que hombres y mujeres se enteren del peligro que corren, antes de que sea para siempre demasiado tarde! (El ministerio de publicaciones, pp. 310, 311).
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Saturday, August 31 Los últimos días Comentarios Elena G.W para las Lecciones de Escuela Sabática https://ift.tt/aVyJELk [Los discípulos,] no obstante, engañados también por las enseñanzas de los rabinos, esperaban, como todo el pueblo, un reino terrenal. No podían comprender las acciones de Jesús. Ya los había dejado perplejos y turbados el que no hiciese esfuerzo alguno para fortalecer su causa obteniendo el apoyo de sacerdotes y rabinos, y porque nada había hecho para establecer su autoridad como Rey de esta tierra. Todavía había que hacer una gran obra en favor de estos discípulos antes que estuviesen preparados para la sagrada responsabilidad que les incumbiría cuando Jesús ascendiera al cielo. Habían respondido, sin embargo, al amor de Cristo, y aunque eran tardos de corazón para creer, Jesús vio en ellos a personas a quienes podía enseñar y disciplinar para su gran obra. Y ahora que habían estado con él suficiente tiempo como para afirmar hasta cierto punto su fe en el carácter divino de su misión, y el pueblo también había recibido pruebas incontrovertibles de su poder, quedaba expedito el camino para declarar los principios de su reino en forma tal que les ayudase a comprender su verdadero carácter (El discurso maestro de Jesucristo, p. 9). Dios diseñó los actos de generosidad y benevolencia para mantener los corazones de los hijos de los hombres llenos de ternura y simpatía, y para estimular en ellos un interés y afecto mutuos a semejanza de los del Maestro, quien por nosotros se hizo pobre, para que por su pobreza fuéramos enriquecidos. La ley del diezmo fue establecida sobre un principio duradero, y fue destinada a ser una bendición para el hombre (Reflejemos a Jesús, p. 262). Es el motivo lo que da carácter a nuestros actos, marcándolos con ignominia o con alto valor moral. No son las cosas grandes que todo ojo ve y que toda lengua alaba lo que Dios tiene por más precioso. Los pequeños deberes cumplidos alegremente, los pequeños donativos dados sin ostentación, y que a los ojos humanos pueden parecer sin valor, se destacan con frecuencia más altamente a su vista. Un corazón lleno de fe y de amor es más apreciable para Dios que el don más costoso… Fue este espíritu abnegado y esta fe infantil lo que mereció el elogio del Salvador (Exaltad a Jesús, p. 82). ¿Quién podría dudar que estamos viviendo en tiempos peligrosos? Cuando Cristo describió la ruina de Jerusalén, contempló el futuro e incluyó en su descripción la todavía más terrible destrucción del mundo. Lo expresa de este modo: “Como fue en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. Porque en los días anteriores al diluvio, la gente comía y bebía, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca. Y no entendieron hasta que vino el diluvio y los llevó a todos. Así también será la venida del Hijo del hombre”. Mateo 24:37-39… Cristo, en sus enseñanzas, ha dejado lecciones valiosísimas con respecto a los últimos días. ¡Ojalá que hombres y mujeres se enteren del peligro que corren, antes de que sea para siempre demasiado tarde! (El ministerio de publicaciones, pp. 310, 311).
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