El Cristo Triunfante
Todo creyente debe conocer a Cristo, 8 de septiembre “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él”. 1 Juan 3:1. https://ift.tt/LrDEdBJ ¿Cuántos hoy ven a Jesucristo, el Salvador del mundo, como él es? ¡Cuán pocos lo conocen! ¡Cuán pocos conocen al Padre! ¡Cada uno que conoce a Cristo conoce algo del Padre! Ver a Cristo como él es, es una de las más grandes bendiciones que haya podido tener la caída humanidad. El precioso Salvador, ¡verlo como él es! Cuántos hay que sólo tienen un concepto parcial de Jesucristo. Hay muchos que por sus palabras lo reconocen como el Redentor del mundo, sin embargo, no lo reconocen como su Salvador personal. Y esto, tener un conocimiento de Dios en Cristo Jesús, es esencial... “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo”. ¿Qué esperanza? La de ver a Jesús como él es, por medio de la fe viva que se aferra del brazo del Dios infinito. La fe que lo reconoce como nuestro Salvador personal. ¿Quién conoce a Jesús así? La contemplación accidental de Cristo no ha de salvar a una sola alma. ¿Lo conoce usted por medio de una relación de fe? Había una labor maravillosa que Cristo debía realizar cuando vino a nuestro mundo. Satanás estaba manejando las cosas como le placía. El enemigo, como príncipe del mundo, había reclamado este territorio como suyo. Cristo vino a disputar el poder y la pretensión de Satanás y a rescatar a la raza humana de su poder opresivo... El campo de batalla estaba aquí en este pequeño planeta. Y el conflicto continuó entre el Príncipe de la vida y los poderes de las tinieblas. ¿Quién habría de triunfar? Todo el universo celestial, todas las inteligencias celestiales contemplaban a Cristo informándose de la contienda. Cristo estaba disputando la autoridad de Satanás y éste lo seguía a cada paso, decidido a derrotarlo con sus tentaciones, determinado a agotar la paciencia y longanimidad de Dios para con la familia humana, con el propósito de conducir a cada uno de ellos a la ruina... Cualesquiera que sean vuestras debilidades o flaquezas, hay esperanza en Dios. Nuestro precioso Salvador vino a salvar hasta lo sumo a cada alma que acuda a él... A todos aquellos que han enriquecido sus mentes con los placeres mundanales, él viene para levantar su voz de advertencia y presentar la eternidad ante su vista; abre el cielo ante vosotros. Su gloria ilumina el umbral y esa gloria fluye por una puerta que, gracias a Dios, se encuentra abierta de par en par.—Manuscrito 86, 1894.
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