Hijos e Hijas de Dios
Somos representantes de Dios, 15 de septiembre Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano. 1 Corintios 15:58. https://ift.tt/C7JokLr La iglesia de Cristo ha de ser limpia, pura, y ha de ser santa ante Dios. Sus miembros son frente al mundo los representantes del reino celestial. Mientras el tiempo dure, se hallarán embarcados en una misión de misericordia. Dios desea que todos los que profesan creer en la verdad de su Palabra, la hagan conocer. Su perseverante fidelidad será ricamente recompensada. “Y el reino, y el señorío, y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo”. No nos cansemos de hacer bien. Sometamos enteramente nuestro corazón a las enseñanzas de la Palabra del gran Médico misionero. De acuerdo con nuestra fe en el mensaje, será nuestro fervor y nuestro poder para promover el conocimiento de Jesucristo. Hemos de llegar a ser “coadjutores” de Dios, “creciendo en la obra del Señor siempre”. Cada día de nuestra vida hacemos frente a nuevas obligaciones. La terminación de un deber es el comienzo del otro. Nuestra vida ha de emplearse en un solemne servicio en favor del Maestro. Somos los siervos del Señor. Los miembros de la iglesia de Cristo han de ser ejemplos de una vida de servicio, una vida de completa obediencia a nuestro gran Ejemplo.—Manuscrito 57, 1907.
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Somos representantes de Dios, 15 de septiembre Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano. 1 Corintios 15:58. https://ift.tt/C7JokLr La iglesia de Cristo ha de ser limpia, pura, y ha de ser santa ante Dios. Sus miembros son frente al mundo los representantes del reino celestial. Mientras el tiempo dure, se hallarán embarcados en una misión de misericordia. Dios desea que todos los que profesan creer en la verdad de su Palabra, la hagan conocer. Su perseverante fidelidad será ricamente recompensada. “Y el reino, y el señorío, y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo”. No nos cansemos de hacer bien. Sometamos enteramente nuestro corazón a las enseñanzas de la Palabra del gran Médico misionero. De acuerdo con nuestra fe en el mensaje, será nuestro fervor y nuestro poder para promover el conocimiento de Jesucristo. Hemos de llegar a ser “coadjutores” de Dios, “creciendo en la obra del Señor siempre”. Cada día de nuestra vida hacemos frente a nuevas obligaciones. La terminación de un deber es el comienzo del otro. Nuestra vida ha de emplearse en un solemne servicio en favor del Maestro. Somos los siervos del Señor. Los miembros de la iglesia de Cristo han de ser ejemplos de una vida de servicio, una vida de completa obediencia a nuestro gran Ejemplo.—Manuscrito 57, 1907.
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