
Sabbath School
Monday, October 28 La mujer junto al pozo Comentarios Elena G.W https://ift.tt/ed2rCxP Cristo no despreciaba oportunidad alguna para proclamar el evangelio de salvación. Escuchad las admirables palabras que dirigiera a la samaritana. Estaba sentado junto al pozo de Jacob, cuando vino la mujer a sacar agua. Con sorpresa de ella, Jesús le pidió un favor. “Dame de beber”, le dijo. Deseaba él beber algo refrescante, y al mismo tiempo ofrecerle a ella el agua de vida. Dijo la mujer: “¿Cómo tú, siendo Judío, me pides a mí de beber, que soy mujer Samaritana? porque los Judíos no se tratan con los Samaritanos”. Respondió Jesús: “Si conocieses el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber: tú pedirías de él, y él te daría agua viva… Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. Juan 4:6-14 (El ministerio de curación, p. 17). ¡Cuán vivo interés manifestó Cristo en esta sola mujer! ¡Cuán fervorosas y elocuentes fueron sus palabras! Al oírlas la mujer dejó el cántaro y se fue a la ciudad para decir a sus amigos: “Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿si quizás es este el Cristo?” Leemos que “muchos de los Samaritanos de aquella ciudad creyeron en él”. Vers. 29, 39. ¿Quién puede apreciar la influencia que semejantes palabras ejercieron para la salvación de almas desde entonces hasta hoy? Doquiera haya corazones abiertos para recibir la verdad, Cristo está dispuesto a enseñársela, revelándoles al Padre y el servicio que agrada a Aquel que lee en los corazones. Con los tales no se vale de parábolas, sino que, como a la mujer junto al pozo, les dice claramente: “Yo soy, que hablo contigo” (El ministerio de curación, p. 28). Debéis procurar tener un Salvador que viva en vosotros, que os sea como un manantial de agua que brote para vida eterna. El agua de la vida que fluye del corazón siempre riega el corazón de otros. El agua a la que se refería Cristo era la revelación de su gracia en su Palabra. Su Espíritu, su enseñanza, es una fuente que satisface a toda alma… En Cristo está la plenitud de gozo para siempre… La bondadosa presencia de Cristo en su Palabra siempre habla al alma, lo representa como el manantial de agua viviente que vivifica al sediento. Tenemos el privilegio de contar con un Salvador viviente y permanente. Él es la fuente de poder espiritual implantada dentro de nosotros, y su influencia fluirá en palabras y acciones que vivifiquen a todos los que estén dentro de la esfera de nuestra influencia, creando en ellos deseos y aspiraciones de fortaleza y pureza, de santidad y paz, y de aquel gozo que no causa dolor. Este es el resultado de un Salvador que mora interiormente (Comentarios de Elena G. de White en_Comentario bíblico adventista del séptimo día_, t. 5, p. 1108).
¡Visita Sabbath School!
Monday, October 28 La mujer junto al pozo Comentarios Elena G.W https://ift.tt/ed2rCxP Cristo no despreciaba oportunidad alguna para proclamar el evangelio de salvación. Escuchad las admirables palabras que dirigiera a la samaritana. Estaba sentado junto al pozo de Jacob, cuando vino la mujer a sacar agua. Con sorpresa de ella, Jesús le pidió un favor. “Dame de beber”, le dijo. Deseaba él beber algo refrescante, y al mismo tiempo ofrecerle a ella el agua de vida. Dijo la mujer: “¿Cómo tú, siendo Judío, me pides a mí de beber, que soy mujer Samaritana? porque los Judíos no se tratan con los Samaritanos”. Respondió Jesús: “Si conocieses el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber: tú pedirías de él, y él te daría agua viva… Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. Juan 4:6-14 (El ministerio de curación, p. 17). ¡Cuán vivo interés manifestó Cristo en esta sola mujer! ¡Cuán fervorosas y elocuentes fueron sus palabras! Al oírlas la mujer dejó el cántaro y se fue a la ciudad para decir a sus amigos: “Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿si quizás es este el Cristo?” Leemos que “muchos de los Samaritanos de aquella ciudad creyeron en él”. Vers. 29, 39. ¿Quién puede apreciar la influencia que semejantes palabras ejercieron para la salvación de almas desde entonces hasta hoy? Doquiera haya corazones abiertos para recibir la verdad, Cristo está dispuesto a enseñársela, revelándoles al Padre y el servicio que agrada a Aquel que lee en los corazones. Con los tales no se vale de parábolas, sino que, como a la mujer junto al pozo, les dice claramente: “Yo soy, que hablo contigo” (El ministerio de curación, p. 28). Debéis procurar tener un Salvador que viva en vosotros, que os sea como un manantial de agua que brote para vida eterna. El agua de la vida que fluye del corazón siempre riega el corazón de otros. El agua a la que se refería Cristo era la revelación de su gracia en su Palabra. Su Espíritu, su enseñanza, es una fuente que satisface a toda alma… En Cristo está la plenitud de gozo para siempre… La bondadosa presencia de Cristo en su Palabra siempre habla al alma, lo representa como el manantial de agua viviente que vivifica al sediento. Tenemos el privilegio de contar con un Salvador viviente y permanente. Él es la fuente de poder espiritual implantada dentro de nosotros, y su influencia fluirá en palabras y acciones que vivifiquen a todos los que estén dentro de la esfera de nuestra influencia, creando en ellos deseos y aspiraciones de fortaleza y pureza, de santidad y paz, y de aquel gozo que no causa dolor. Este es el resultado de un Salvador que mora interiormente (Comentarios de Elena G. de White en_Comentario bíblico adventista del séptimo día_, t. 5, p. 1108).
¡Visita Sabbath School!
Comentarios
Publicar un comentario