A Fin de Conocerle
La plenitud de la divinidad, 30 de noviembre Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Apocalipsis 5:13. https://ift.tt/tqmNH3M Juan, en la isla de Patmos, vio las cosas que Dios quería que transmitiera a su pueblo. Aquí hay un tema digno de nuestra consideración. Aquí hay grandes y abarcantes lecciones, que todas las huestes angélicas procuran comunicar. La sabiduría infinita, el amor infinito, la justicia infinita, la misericordia infinita: en profundidad, altura, longitud y anchura. Se han utilizado innumerables plumas para describir la vida y el carácter y la obra mediadora de Cristo, y, sin embargo, para cada mente mediante la cual obra el Espíritu Santo, estos temas parecen frescos y nuevos, en conformidad con la mente y el espíritu del instrumento humano. El Señor Jesús prometió que el Espíritu que enviaría recordaría sus palabras a las mentes de los que estuvieran preparados para recibirlas. Después de su resurrección abrió su entendimiento para que comprendieran las Escrituras. Hasta ese momento, los discípulos no las habían comprendido, porque la escoria de la erudición rabínica había ocultado la verdad de su vista. La verdad, cuando se la recibe, puede expandirse constantemente y alcanzar nuevo desarrollo. Aumentará en brillo a medida que la contemplamos, y crecerá en altura y profundidad a medida que procuremos captarla. Así nos elevará a la norma de la perfección, y nos dará fe y confianza en Dios como nuestra fortaleza para realizar la obra que tenemos delante. Necesitamos la verdad como está en Jesús... “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”. Colosenses 1:14. Esta es la gran verdad práctica que debemos imprimir en el alma. Es de la mayor importancia que todos comprendan la grandeza y el poder de la verdad para los que la reciben.—Manuscrito 153, 1898.
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