Hijos e Hijas de Dios
Mejoremos los hábitos sanitarios, 2 de noviembre Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 1 Corintios 6:20. https://ift.tt/NMCFzSi El desarrollo propio es nuestro primer deber hacia Dios y nuestros prójimos. Debiera cultivarse hasta el más alto grado de perfección cada facultad con que Dios nos ha dotado, a fin de que podamos realizar la mayor cantidad de bien de que somos capaces. Por lo tanto, es provechosamente empleado el tiempo que se destina al establecimiento y la preservación de una sólida salud física y mental.—Conducción del Niño, 371. El hombre es hechura de Dios, su obra maestra, creado para un propósito alto y sagrado. Dios desea escribir su Ley en cada parte del tabernáculo humano con su propio dedo todopoderoso. Cada nervio y músculo, cada don mental y físico debe conservarse puro. Los propósitos de Dios son que el cuerpo sea como un templo para su Espíritu. La responsabilidad que pesa sobre cada alma es solemne. Vuestra influencia personal se ejerce para bien o para mal. Si mancháis vuestro cuerpo, no sólo os hacéis daño a vosotros mismos, sino a muchos otros. Los cristianos están obligados ante Dios a mantener el alma, el cuerpo y el espíritu libres de todo lo que contamina, porque han sido comprados por precio... Ningún hombre o ninguna mujer tiene derecho de formar hábitos que dañen la acción saludable de un órgano, la mente o el cuerpo. El que pervierte sus facultades está profanando el templo del Espíritu Santo... Los que se abandonan al uso del tabaco y el alcohol, no aprecian su intelecto. No se dan cuenta del valor de las facultades que Dios les ha dado para que las cultiven y mejoren.—Manuscrito 130, 1899.
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Mejoremos los hábitos sanitarios, 2 de noviembre Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 1 Corintios 6:20. https://ift.tt/NMCFzSi El desarrollo propio es nuestro primer deber hacia Dios y nuestros prójimos. Debiera cultivarse hasta el más alto grado de perfección cada facultad con que Dios nos ha dotado, a fin de que podamos realizar la mayor cantidad de bien de que somos capaces. Por lo tanto, es provechosamente empleado el tiempo que se destina al establecimiento y la preservación de una sólida salud física y mental.—Conducción del Niño, 371. El hombre es hechura de Dios, su obra maestra, creado para un propósito alto y sagrado. Dios desea escribir su Ley en cada parte del tabernáculo humano con su propio dedo todopoderoso. Cada nervio y músculo, cada don mental y físico debe conservarse puro. Los propósitos de Dios son que el cuerpo sea como un templo para su Espíritu. La responsabilidad que pesa sobre cada alma es solemne. Vuestra influencia personal se ejerce para bien o para mal. Si mancháis vuestro cuerpo, no sólo os hacéis daño a vosotros mismos, sino a muchos otros. Los cristianos están obligados ante Dios a mantener el alma, el cuerpo y el espíritu libres de todo lo que contamina, porque han sido comprados por precio... Ningún hombre o ninguna mujer tiene derecho de formar hábitos que dañen la acción saludable de un órgano, la mente o el cuerpo. El que pervierte sus facultades está profanando el templo del Espíritu Santo... Los que se abandonan al uso del tabaco y el alcohol, no aprecian su intelecto. No se dan cuenta del valor de las facultades que Dios les ha dado para que las cultiven y mejoren.—Manuscrito 130, 1899.
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