Alza tus Ojos


Somos objeto del amor infinito, 29 de diciembre Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo. Efesios 2:4, 5. https://ift.tt/xlM5B3i El corazón que se rinda a la sabia disciplina de Dios, habrá de confiar en cada manifestación de su providencia... La tentación procurará desalentarnos, pero, ¿qué se logra al ceder a la tentación? ¿Obtendrá, acaso, el alma algo mejor murmurando y quejándose de aquello que es la única fuente de poder? ¿Está el ancla echada dentro del velo? ¿Soportaremos la enfermedad? ¿Cuál será nuestro testimonio en los instantes finales de la vida, cuando los labios estén temblorosos por la muerte? ¡El ancla está firme! Yo sé que mi Redentor vive... Oh Jesús precioso, amoroso, longánime, benigno ¡cuánto te adora mi alma! ¡Que un alma pobre, indigna, contaminada por el pecado pueda estar de pie delante del Dios santo, perfecta en justicia, sólo lo debemos a quien es nuestro Sustituto y Garantía! Maravíllense los cielos y asómbrese la tierra, que la raza caída sea objeto de su infinito amor y gozo. El Creador se regocija por ellos con cánticos celestiales, mientras el hombre que fuera contaminado por el pecado, ha venido a ser limpio por la justicia de Cristo, para presentarse ante el Padre libre de mácula pecaminosa; sin “mancha ni arruga ni cosa semejante”. Efesios 5:27. “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica”. Romanos 8:33. Que toda alma débil y sacudida por la tempestad de las pruebas pueda anclarse en Jesucristo, y no centrarse tanto en sí misma como para pensar sólo en sus pequeños fracasos y en la interrupción de sus planes y esperanzas. ¿Acaso el plan de salvación no lo abarca todo? Si es el Dios infinito que me justifica, “¿quién es el que condenará? Cristo es el que murió”. Romanos 8:34. ¡El es quien, al morir por el hombre, demostró que lo ama tanto como para morir por él! La ley condena al pecador y nos lleva hasta Cristo. Dios es quien justifica y perdona. Satanás nos acusará y pedirá destruirnos, pero es Dios quien abrirá una puerta al refugio. Y es Dios el que justifica a quien traspasa el umbral de esa puerta. Entonces, si Dios es por nosotros, ¿quién podrá estar contra nosotros? ¡Oh qué verdad gloriosa, brillante! ¿Por qué los hombres no pueden discernirla? ¿Por qué no caminan en sus brillantes rayos de luz? ¿Por qué no hablan del amor maravilloso de Cristo los creyentes?... Dios vive y reina. Todos los salvados deben luchar virilmente como soldados de Jesucristo; entonces sus nombres serán registrados en los libros del cielo como fieles y verdaderos. Ellos realizarán las obras de Jesucristo, pelearán la buena batalla de la fe.—Carta 2, del 29 de diciembre de 1889, dirigida a Mary White, la primera esposa de W. C. White, quien estaba muriendo de tuberculosis.

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Satanás les ofrece a los hombres los reinos del mundo si ellos le ceden la supremacía. Muchos hacen esto y sacrifican el cielo. Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.—Testimonies for the Church 4:495 (1880). {EUD 121.4}
Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que “será amplio en perdonar”, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.19 El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. También dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.20 {DMJ 97.2}
https://egwwritings.org/?ref=es_DMJ.97.2&para=175.533


“No cerrará el tiempo de gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con más claridad. La ley de Dios ha de ser magnificada [...] El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios que terminará la obra del tercer ángel”. Joyas de los Testimonios (JT), vol. 2, (Bs. As.: ACES, 1956), pp. 373,374