
Llamados hijos de Dios, 2 de enero Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. 1 Juan 3:1. https://ift.tt/nzXYWd9 Mientras Juan pensaba en el amor de Cristo, se sintió impulsado a exclamar: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”. La gente considera un gran privilegio ver a un personaje de la familia real, y miles viajan grandes distancias para contemplar a uno de ellos. ¡Cuánto mayor es el privilegio de ser hijos e hijas del Altísimo! ¿Qué prerrogativa más grande se nos podría conferir que la de permitirnos formar parte de la familia real? A fin de llegar a ser hijos e hijas de Dios, debemos separarnos del mundo. “Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor,... y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas”. Hay un cielo delante de nosotros, una corona de vida que ganar. Pero sólo se dará la recompensa al vencedor. El que gane el cielo debe entrar revestido del manto de justicia. “Y cualquiera que tiene esta esperanza en él, se purifica, como él también es limpio”. En el carácter de Cristo no había desarmonía de ninguna especie. Y ésta debe ser nuestra experiencia. Nuestra vida debe estar dominada por los principios que regían la suya.—Manuscrito 28, 1886. Por medio de la perfección del sacrificio hecho en favor de la raza culpable, los que creen en Cristo, al venir a él, pueden ser salvados de la ruina eterna.—The Youth’s Instructor, 27 de septiembre de 1894.
Comentarios
Publicar un comentario